REFLEXIONES Y REALIDADES

 

Siempre he defendido a los CEOS, dado que implican las cualidades que definiría Robert Reich como analistas de símbolos: abstracción, globalización y sistematización. Inevitablemente involucra un equilibrio emocional, lo cual conduce al timing adecuado para ejercer esa función. El problema reside en que no es el título de CEO el que define tal rol, sino las cualidades aludidas, que nos remite a la capacidad de lectura de las estructuras en las cuales deben desarrollar su labor. Es decir, una capacidad de generalización de la utilización adecuada-productiva de los recursos humanos, tecnológicos y materiales disponibles, en un contexto determinado, más allá del metier en los cuales tuvo su training para llegar a ser calificado como CEO.

Tal observación no reviste carácter nativo, dado que muy difícilmente al cesar uno de ellos en una empresa – generalmente de relevancia local/internacional- se elogia su labor. Ningún directorio asumirá el error que llevó a nombrarlo, por lo cual denostarlo sería políticamente incorrecto. Siempre quedara la incógnita de su real valoración. La misma, tanto por las acusaciones en off que surgirán, como las descargas en igual nivel del CEO saliente. Esto le permitirá tener otro trabajo… ( y todos felices)

Podríamos inferir, que llegar al máximo nivel operativo de una empresa no garantiza que posea las cualidades aludidas en el primer párrafo. Sin discernir demasiado, resulta obvio que estoy aludiendo a nuestro gobierno actual y sus 40 ceos (¿?), que la mayoría del círculo rojo descree, en virtud de tantos yerros (demasiados objetivos para ser discutidos, más aún que los reconocen). Creo que hay una confusión entre empresarios exitosos y Director Ejecutivo (que cumpla con los requisitos aludidos para calificar como tal). En nuestra historia, y creo que trasfronteras, los empresarios no han podido transferir tal éxito desde los cargos gubernamentales, ya sea el mayor nivel ejecutivo, como ministros o secretarios de Estado ¿Cuál sería tal falla? Evidentemente la lectura del contexto. Nada que ver un sector del mercado, que la sociedad multifacética en su conjunto. Es decir su complejidad, que excede exponencialmente a un target determinado que le correspondió en su gestión comercial. Sus errores no son percibidos, dado que luchan contra su ego, acostumbrados al éxito…para nuestra desgracia.

Uno tendería a creer que solo los políticos de raza pueden conducir adecuadamente un país, dado que tienen un timing para leer las demandas sociales. Lamentablemente, en nuestro país (y por lo visto en el mundo), escasean o no existen ¿será que es más difícil para nuestros políticos leer una sociedad que se ha complejizado en demasía? En la realidad, cuando nos encontramos con circunstancias que nos superan, solo basta con actuar prudentemente. Y esto nos remite a un acuerdo multipartidario/sectorial en los problemas básicos que nos desbordan. ¡Bah! buena fe, deponiendo actitudes partidarias de cuarta (regidas por el marketing). Tanto del partido predominante excedido en su staff/ideas, de otro que “fue” (debería reinventarse, con votos) y decaer de personalismos que nunca han dado resultado… (con solo mirar brevemente hacia atrás lo podemos konstatar penosamente).

 

 Gracias por su atención.

 

Francisco Alberto Scioscia                                                      

 Aportes e interrogantes ciudadanos, 060 abril de 2017.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

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