Anexo II : Autoridad-Sumisión
En una prestigiosa Universidad Americana se realizó una
experiencia en la materia, que nos ilustrará lo trascendente de su erradicación
o desaliento. Se solicitaba la participación – remunerada- de profesionales
universitarios para un experimento científico. Este constaba de lo siguiente:
una cabina que poseía una palanca con un rango numérico de 0 a 220. Desde un micrófono
instalado en la misma, se le transmitían órdenes verbales sobre el movimiento
de la palanca referida. Frente a la cabina, un sujeto sentado y atado a una
silla metálica, unida a la misma por un cable. Cuando se daba ordenes de
manipular la palanca de 0
en adelante, progresivamente, hasta acercarse a los 220, el sujeto
exteriorizaba signos inequívocos de recibir descargas eléctricas, concomitantes
a la graduación de la palanca de comando. Registrándose en su máxima expresión,
los 220,
una electrificación-muerte del sujeto receptor. Finalizadas las pruebas, se
comprobó un alto acatamiento a deslizar la palanca hasta 220. Cuestionados
los que llegaron al tope, si al ver al sujeto-simulador
atado a la silla sufrir las consecuencias directas de su accionar (¿por qué no cesaron?) aludieron a que no pudieron dejar de cumplir
la orden. Dicen que hasta hubo divorcios. Hitler revoloteó en
las pruebas. No es sorprendente, aun en el nivel intelectual involucrado, para
quienes tenemos cierto training en la observación de conductas. Así tuvimos la obediencia debida
justificante de cualquier acto militar y cualquier otra barbaridad. Debe mitigarse
toda fomentación de
la obsecuencia, si mañana no queremos ser víctimas de la misma.