CORRUPCION . . .

 

Un mal diagnostico nos conlleva a una terapia inadecuada. Pretender considerar la historia de la corrupción, tomando como referencia al reciente escándalo del Senado, es realmente discutible. No cabe la menor duda que "impuesto" a la consideración pública, no emergió accidentalmente sino  evidentemente fabricado por causas estrictamente políticas. El impacto en la opinión  pública no obedece a la sorpresa de que había senadores corruptos, sino a que tal deschave de los mismos miembros del cuerpo parlamentario se intercepta con el imaginario colectivo: enriquecerse en la función pública y salir impune. Cuando Ud. escuche a alguien que "excesivamente" se queje que todos los funcionarios "roban", pregúntele a boca de jarro si él haría lo mismo. El 99% de los casos le responderá que actuaría de igual manera si estuviera en tal posición. La bronca manifiesta es por no poder hacerlo él. Claro que esto involucra una lógica básica: si todos lo hacen porque no lo haría yo, pero también subyace a esa lógica la posibilidad - altamente improbable- de que nadie se quede con los dineros públicos. El carácter que tomaban los sucesos, como el hacer público los dichos en Off (no muy prudente en ninguna actividad humana), la intervención judicial inmediata, las exigencias de demostrar la legalidad de sus patrimonios, el obligarlos a declarar judicialmente - antes imposible por los fueros parlamentarios- tornaron en la posibilidad de que no sería tan fácil salir indemne.  Esta expectativa colectiva fue un flash. Hubiese sido interesente y saludable poder demostrar que no se puede salir ileso de tales ilícitos tan fácilmente, reduciendo el grado de impunidad supuesto socialmente. Pero estamos en Argentina, donde todo es posible. Vamos a creer que el azar determino la designación de un juzgado cuyo titular casualmente estaba siendo investigado por el mismo delito que los imputados o involucrados en la causa: el enriquecimiento ilícito. Sin rubor alguno y sin escafandra, siguió como si nada. Muy fuerte. Muy nuestro.  No fue un mensaje subliminal a la ciudadanía, fue grosso y directo para que todo este circo senatorial volviera a la normalidad a la misma: desentenderse (fingir como que no entiende), lo cual sorprendió a Kissinger sin poder omitir comentar sobre lo tranqui de esta crisis. Los argentinos ya nos hemos curado de espanto y perdimos el patrón de medida.  No hay crisis, manifiesta la máxima autoridad nacional y la ciudadanía le cree, respetuosa de su investidura... En el camino han quedado: el Vicepresidente de la Nación, los jefes de los bloques de los partidos mayoritarios, algunos miembros del mismo, ministros, secretarios;  la apertura de la cuentas secretas de la SIDE - impensable otrora-  como asimismo la obligación de declarar judicialmente de los parlamentarios, restringiendo sus fueros, etc. Si Henry, esto es Argentina, en otro país del primer o segundo mundo hubiese sido catástrofe.

Nuestros dirigentes también fingen no entender. Este suceso del Senado ha terminado de convalidar el desprestigio que acumulan en la conciencia colectiva los dirigentes políticos, diluyendo las expectativas generadas por los aliancistas. El desentenderse/indiferencia manifiesta nada tienen que ver con el olvido, son respuestas humanas emergentes de su impotencia frente a tan lamentables sucesos.  Tal conciencia se forma como el concepto: información y sentimientos concomitantes. El tiempo diluye los datos no así el sentimiento de frustración, que permanece asociado a los políticos, traducido en más descrédito ( ver un análisis más preciso). En fin más que un hito trascendente, es lamentablemente más de lo mismo.

Creo que lo único que puedo coincidir con el ex-Vice es que hay que erradicar el concepto de actividad política como rastrera o cualquier otra calificación despectiva. Nos guste o no, es la actividad humana de mayor trascendencia (no por ello la mejor...), dado que involucra nada menos que el interés general,  simplemente: "La Administración del Bien Común" (el abc). En alguna oportunidad aludí que esa calificación - expuesta en un libro oficial de secundaria- fue el disparador de . Es decir, concordamos en la identificación del problema pero no en su solución. Aludir a la corrupción implica incursionar inequívocamente en la naturaleza humana, so pena de cometer errores habituales en muchos dirigentes. Ya lo vimos en el triste "nepotismo ilustrado" nativo con el cual el gobierno creyó canjear exitosamente los corach (&) por los delarúa (&). Con solo revisar la historia humana la fantasía de cambiarla es cara (los argentinos siempre pagamos...), "lola" no se pudo crear el modelo argentino exitoso de nepotismo for export . O el comprobar en la realidad que los nuevos funcionarios de la Alianza no serían ajenos a cualquier acto deshonesto como cualquier miembro del PJ. Léase infanto-política y/o desconocimiento de la conducta humana. Da terror el hecho de haber existido las coimas tal como cuenta el anónimo - repartíanse el botín entre varios popes de distintos partidos, con anuencia superior- no sabría como lo calificaría un Camarista: asociación ilícita o incentivación. Lógicamente esta ultima será preferible para los senadores involucrados, dado que solo recibieron dinero para hacer lo que iban hacer... A tanto habremos llegado que tales funcionarios pueden soslayar la gravedad de aquella asociación, tan penalizada. La impunidad fue una práctica por décadas en nuestra Nación, única "justificación"...

Identificar el problema es evidente y lamentablemente fácil, lo difícil es hallar una solución que no peque de voluntarismo y consecuentemente improductiva. Mi crítica principal a los políticos es la falta de ideas, pero no soy tan infantil de pensar que no pueden sacar normas más o menos eficaces para combatir las practicas que permiten defraudar tanto a la ética como el dinero público (reforma política, licitaciones, registro/ejecución de gastos, etc.). Muchos no quieren y otros no pueden convencer a sus pares de tal obligación. Se anuncia la creación de una ley para calmar a las fieras (medios/público receptor) y luego se dilata hasta más no poder, lobby incluido. Pero también de ahí a creer que nada se hace bien por que los políticos no quieren por propia conveniencia, es infantil. Coexisten ambas para nuestra desgracia, mezclándose hasta que no nos permite diferenciar. Debemos despejar las aguas. Un prestigioso empresario  que algo sabe del tema - no olvidar que para el cohecho deben existir dos partes, quien da y recibe- aludía hace ya varios años en un artículo periodístico que básicamente para combatir la corrupción hay que crear mecanismos institucionales que impidan su concreción. Prevenir antes que curar (el aserto más productivo de la historia humana). El ser humano es un ser transaccional.  Los cargos de responsabilidad social implican una opción personal equilibrada entre sus propios intereses y los de la organización que representa, fomentar la misma con marcos regulatorios adecuados debe ser un objetivo básico. Existen múltiples posibilidades operativas para limitar los actos de corrupción, con amplia experiencia internacional en la materia. Pero también sería infantil, pensar que por si solas solucionarán la corrupción. Amenguará su espantoso nivel actual. Recuerdo un análisis efectuado sobre los distintos sistemas judiciales del planeta y el nivel de efectividad de los mismos, recayendo la estrella en el estado de New Jersey  en el cual hasta los presos lo elogiaban (dato de por más evidente de su eficacia). Cual era la causa: cualquier infanto-funcionario nos remitiría a su legislación. No. Nos remite a una historia de funcionarios idóneos que transmitieron y cumplieron adecuadamente las normas - no muy diferentes a la de cualquier otro ámbito judicial- en las cuales se sustentaba su éxito. Su ejemplo fue el vehículo de trascendencia y permanencia, no las normativas. Generalmente una norma institucionaliza adecuadamente una demanda social, lo cual le da su sentido. Pensar inversamente es mágico o conveniente para otros que así sea.

 Normativas inteligentes  y recursos humanos idóneos deben coexistir en la lucha anticorrupción, retroalimentándose mutuamente. Características acéfalas mayoritariamente en nuestra dirigencia actual.  

 

- (Solidaria e Idónea).   Aportes e interrogantes ciudadanos 002 - 24 / 10  / 2000  -        Francisco Alberto Scioscia       www.redsoleido.com.ar                                                           letter.gif (161 bytes)