Aportes a la problemática policial

              

Hace un par de años atrás, ante la virulencia de la inseguridad en el conurbano bonaerense, hubo un constante debate mediático sobre la creación de fuerzas de seguridad locales (léase municipales). Su conveniencia, o no, y las formas (a cargo del intendente de turno, dependientes de la provincial, como finalmente ocurrió, etc.). En esos persistentes cruces de opinión, uno de los exponentes relato la experiencia surgida en un país del primer mundo, para combatir la delincuencia cotidiana, que obviamente es un suceso trasfronteras. Tal propuesta emergía de las constantes críticas que sufría la justicia gala, por su levedad frente a las condenas judiciales. Hartos de las mismas, y convencidos que era preferible la prevención que la represión (léase mayores penas o incrementar el número de efectivos policiales a niveles presupuestariamente inadmisibles, implicando ello un mayor control de los mismos…) elevaron una propuesta al Ejecutivo, que a mi criterio podría considerarse una muy buena idea. Francamente desconozco si ha sido aplicada, si fue eficaz o no, pero el concepto es una luz ante tanta oscuridad y obscenidad en la problemática policial.

          Recuerdo que hace décadas atrás, en el esplendor del gobierno de Bill Clinton, se realizó una cumbre con el premier británico Tony Blair, omitiendo en la agenda a tratar el tema de la seguridad, hasta tanto no se resolvieran los problemas que ocasionaban la falta de empleo, germen evidente de marginalidad y delincuencia. El tema seguridad es uno de los mayores problemas mundiales dada la complejidad de los factores involucrados e interactuantes: trabajo, educación, salud, justicia, reinserción social, politica, entre tantos… Omitir, intencionalmente o no, cualquiera de ellos, conlleva a un seguro fracaso del cualquier plan en tal materia, como viene ocurriendo en nuestras pampas. La voluntad politica de la Gobernadora Vidal de luchar contra la corrupción policial, el incesante incremento de la inseguridad que nos desvela (sin eufemismos), determinan el presente artículo como un aporte mínimo ante la gravedad del presente cotidiano, aun la creación de las policías locales. Creo innecesario aclarar que los conceptos expuestos valen para todo el país, ya que las desgracias no son cualidades exclusivas de la policía bonaerense.

En los debates aludidos se incluía algo realmente grotesco, como ser que el jefe de la policía municipal estuviera a cargo del intendente de turno. Algo así como legalizar la evidente conexión politica/policial ya existente (aclaremos que la excepción no hace a la regla). O que no los nuevos efectivos no usaran armas, actuando como agentes disuasivos del delito. Formación en universidades locales y habitantes del partido en el cual ejercieran su función. Propuestas ajustables pero convenientes. Terminaron portando armas, dependiendo de la policía provincial, con instrucción, sin muchos recursos e igualmente la inseguridad excede largamente a la “sensación”… Los delitos cometidos por las fuerzas policiales son similares en cualquier región, que requiere la connivencia del cuerpo policial con el delincuente, adicionando los propios a cargo de la misma policía, que por lo visto no paran de sorprendernos estafando al erario público (robo de nafta, comida para los animales, horas adicionales inexistentes, etc.). Tal omisión implica un pago: fundamentalmente en efectivo; en especias varias; servicios tarifados y otros “abominables”, que no voy a relatar por pudor. Peor aún es la distribución de tal recaudación: por siempre vertical en el sistema policial y desconociéndose para la ciudadanía hasta donde y como llega a los niveles políticos, también cómplices de tales latrocinios. .

Convengamos que si hay voluntad politica como la expuesta por la aludida Gobernadora, creando asuntos internos con personal ajeno a la policía y llevando a juicio a más de 1600 agentes en todos los grados del escalafón, por diversos delitos, conteniendo o controlando a los ministros, intendentes, funcionarios judiciales, podría coadyuvar a una reducción considerable de la corruptiva policial, pero será muy difícil lograrlo solo con ello, incluyendo la ejemplaridad y la vigilancia. Pensemos que la organización punible policial es sistémica, lo cual involucra que sus miembros no puedan eludir asociarse en procesos ordinarios delictivos, atinentes a la recaudación de fondos espurios, so pena de terminar con su carrera  de varias formas posibles ( plantarle causas, renunciar, presionarlo) , o con su vida como el barilochense. Sumémosle los bajos sueldos y bingo. Hay pocos valientes como el pinamarense que grabó/delató a su superior relatando que se había cansado de robar, resaltando a los obreros de la construcción de origen paraguayo quitándoles lo ganado con su trabajo, amenazándolos con armarles causas (hay que ser un gran HP para ello…). Hay de todo en la Viña del Señor. Policías que quieren cumplir con su rol de protección a la ciudadanía, aun con el riesgo de vida que implica. Otros que no les queda otra que conformar el sistema y hay delincuentes directos con uniforme (estos no, persecución, juicio y castigo). Estos son los menos y el grueso está en las dos primeras categorías descriptas. Cualquiera que haya tenido a cargo grupos de trabajo, sabe que intercalar sujetos idóneos y confiables con neutrales, genera en estos una adhesión hacia quienes actúan debidamente, anulando a aquellos malintencionados… (humanos somos) 

          Estimo que la propuesta de la justicia gala aludida precedentemente tornaría factible tal ansiado objetivo de una policía digna, siempre declamado pero jamás alcanzado… El malestar social hacia la delincuencia de cualquier signo, podría favorecer ampliamente su implementación, que requiere de una activa participación ciudadana. La misma consiste en lo siguiente: crear un Consejo de Seguridad local, elegido por el pueblo, conformado por figuras sociales intachables independientes del gobierno local, que ejerza la dirección y el control sobre la policía comunal, incluyendo obviamente expertos en el metier de la seguridad. En un número reducido, condicionado por extensión/habitantes, receptor directo de las demandas ciudadanas, léase delitos y actos de corrupción de cualquier índole. Con poder revocatorio al personal policial y denunciante ante la gobernación del accionar político del gobierno comunal respectivo, si este incurriera en omisiones o connivencias con delincuentes. Sería razonable el control del 911 local para evitar desatenciones intencionales. En igual forma debería integrarse un Consejo Provincial coordinado con los municipales y uno Nacional, creando éste una agencia contra el narcotráfico y la trata de personas, incluyendo esto a los maltratos más allá del género y rango etario. Tal consejo generaría estadísticas fehacientes sobre delincuencia, corrupción, y resolución o no de los mismos, generando una fuente confiable para la conformación de políticas públicas en materia de Seguridad. La instauración de estos Consejos comunales determina que se abarque la totalidad del país.

         

P.D.: Aludir al sistema carcelario, el contexto socio-económico, el presupuesto adecuado, marco jurídico, etc., exceden al presente artículo, resultando imprescindible su valoración con este aporte.

 

Gracias por su atención.

 

Francisco Alberto Scioscia                                                      

 Aportes e interrogantes ciudadanos, 053 agosto de 2016                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   

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