REPUBLICA Y HEGEMONIA
En la reciente historia humana,
trasfronteras, en aquellos países que lograron una adhesión electiva masiva de
su ciudadanía a un partido y/o movimiento político, éstos culminaron ejerciendo
el poder en forma hegemónica sobre la totalidad del arco político-social
respectivo, y en algunos casos extensivo a otros países. Generalmente tal
masividad, es generada por un líder carismático que logra captar adecuadamente
las demandas sociales coyunturales (sin juicio de valor de las mismas).
Consecuentemente, logra obtener un parlamento
– también mayoritario y adicto - que se subordina a las políticas de estado
que devienen del líder supremo respectivo. En los sistemas democráticos, el Congreso determina quienes serán los
jueces que nomina el PEN.
Consecuentemente tiñe de partidismo
gubernamental al Poder Judicial a
través del tiempo. Es decir, tal concentración de poder genera una sensación de
supremacía que tiende a excesos sobre una oposición politica minoritaria, que
obviamente no es tenida en cuenta.
Sus quejas son consideradas hostiles a los designios del pueblo, fustigando a
los mismos o directamente criminalizándolos.
Este tipo de régimen tiende a perpetuarse, a
través de modificaciones a las normativas de la Carta Magna del país (extensión lapso PEN, elegir delfines afines, familiares). En fin, poco se respeta
el orden republicano básico de la independencia de los poderes, aunque todo se
resuelva “democráticamente…”. Lamentable
y generalmente, tal poder deviene en excesos que finalmente son rechazados por
la sociedad. En el siglo pasado, podría ser repelido por la fuerza de las
armas. Hoy, más civilizados, por el voto,
dada la presión social e internacional – incluye intereses comerciales, justos/espurios-
y que no siempre logran encarrilar a un país en su normalidad institucional. A
esta altura de la historia, pocos grupos de poder – ya sean civiles o
militares- se atreverían a derrocar un gobierno en forma autoritaria,
haciéndolo expreso. Buscaran formas atenuantes para hacerlo: destitución del PEN vía parlamentaria o Corte Suprema afín al golpe, o cierre “transitorio” del parlamento, con “eminente” llamado a elecciones, pero
difícilmente puedan explicitar su pretensión autoritaria/dictatorial, dado que
recibirían el repudio internacional, incluyendo sanciones pecuniarias
(embargos, limitación de cuentas bancarias en el extranjero, exclusión de
foros, cese de intercambio comerciales, etc.). En fin, hemos madurado como
sociedad planetaria, aunque mucho más en lo formal que en lo real. Existiendo
aún dictaduras emergentes en el siglo precedente, que se dan de hecho, sin
ninguna posibilidad de ser removidas, aceptadas tácitamente por razones
geopolíticas y comerciales (léase China,
Cuba, como los países árabes petroleros, etc.). Este somero racconto nos muestra lo
limitado de la condición humana, dado que los sucesos descriptos han sido
permanente reiterados, prioritariamente en los países emergentes, fronterizos,
e inferiores a tal calificación.
Parecería que fuera imposible lograr la
preeminencia de un partido político/frente o coalición, que logré captar las
demandas sociales de una Nación y se traduzca en votos que le permitan resolver
tales demandas. Es decir, dentro de las reglas del juego democrático y
republicano ¿Qué es lo que falla
permanentemente deviniendo en poderes hegemónicos excesivos? Evidentemente sus dirigentes. Al dar prioridad al uso del poder por sí
mismo y sobreponer sus características personales, sobre las demandas
ciudadanas de una mejor calidad de vida. Si no logramos un nivel calificado de dirigentes con responsabilidad
social, que consensuen políticas, que acepten el disenso interno y de la
oposición, este mundo cada vez más se ira a formas distorsionadas de un modelo
republicano, democrático y federal, que aún no ha logrado consolidarse por
fallas sistémicas reversibles, producto de la inmadurez humana
en su evolución histórica (como
lo he expuesto en el ensayo del suscripto, tan solo un bosquejo súper-perfectible).
En nuestra Nación el peronismo
incurrió en todos los excesos aludidos en los primeros párrafos del presente
texto, tanto en el siglo precedente como en el presente, si es que podemos
llamar al kirchnerismo como tal, valido tanto para el menemismo (este con
políticas que desmembraron el aparato productivo del país). El justicialismo
fue producto de su época – mitad del siglo 20- en el cual imperaba el
autoritarismo de izquierda y derecha por doquier. Circunstancias que fueron
objetadas oportunamente por su líder proscripto por años, a su regreso al país
(1972) abjurando de todos los errores cometidos y proponiendo un frente
electoral multipartidario para vencer a la dictadura militar vigente
(concretado, 1973) y un proyecto nacional como país agroindustrial exportador,
sabiendo que su ancianidad y deterioro físico no lo acompañaría, falleciendo
tempranamente (1974). Claramente el país no estaba condicionado para tal
proyecto, el contexto era de violencia y mediocridad en todo el arco
dirigencial, culminado con la dictadura militar más sangrienta de nuestra
historia (1976/83), con el silencioso asentimiento social, harto de tanto
desmadre. Se aludía a que se golpeaban las puertas de los cuarteles… dieron así
rienda suelta a las mayores atrocidades. La democracia en 1983 restableció el
orden republicano, con errores y horrores, hasta el presente.
Evidentemente, el mundo ha cambiado
sustancialmente en este principio de siglo, gracias al vertiginoso progreso
tecnológico y avances tardíos en su
evolución social hacia formas democráticas y republicanas. Simultáneamente, el
deterioro nativo ha sido una constante: no hay ámbito
social (léase salud, educación, justicia, vivienda, trabajo, etc.) en el cual no hemos involucionado. Parece increíble que el presente nos
enfrente con un modelo perimido/violento importado de los 70, que pregona que
el actual gobierno está viciado de nulidad y que no exista el estado de
derecho, cuando surgió de elecciones libres, e inobjetables, controladas por
sus acusadores. Reitero, no creo que
este gobierno es el que nos merecemos, pero emerge de los excesos del
kirchnerismo y la adhesión de grupos anárquicos de izquierda que jamás ganarían
una elección democrática (activados pos perdida de la
elección). Falencia del peronismo tradicional que no reacciono a tiempo, generando una renovación con dirigentes
acordes a un sistema republicano, que tienen la obligación de generar un
proyecto nacional, acorde al nivel tecnológico, humano, y productivo de nuestro
país, superando la venta de commodities ( aún preservamos nuestro rol
agrícola-ganadero exportador). Es hora
de pasar a ser una bio-fabrica que nos inserte en el mundo del presente.
Disculpen si he sido reiterativo en
conceptos expuestos en los aportes precedentes, pero me exceden las ansias de
dejar a nuestros descendientes un país mejor, digno de ser vivido, no padecido.
Gracias por su atención.
Francisco Alberto Scioscia
Aportes e interrogantes ciudadanos, 066 fines de
septiembre de 2017