INTEGRIDAD Y POLITICA
En
los humanos podemos hallar gente maravillosa, genial, entrañable, solidaria,
etc., todas virtudes que nos honran como tales. Y asimismo, gente detestable como
ser racistas, misóginos, pedófilos, delincuentes de toda calaña, asesinos,
psicópatas, etc. Lo más sorprendente es que ambas calificaciones descriptas
pueden coexistir en una misma persona, lo cual puede generarnos dilemas
difíciles de resolver. Nos sucede cuando un sujeto ha producido un trabajo
trasciende en cualquier metier, y sus “virtudes” negativas lo tornan
descalificables… NO sé si lamentable
o afortunadamente, la construcción del edificio del conocimiento humano,
rescata los aportes positivos, pasando al olvido los negativos, que en el
momento oportuno de los aciertos los vuelven controversiales. Y aún reaparecen
décadas, hasta siglos, manifestando esas virtudes negativas en sujetos que la
historia consagro por sus aportes productivos, descalificándolos. Por suerte
tenemos la capacidad de filtrar la información que se nos provee y la podemos
ajustar a un contexto, y darle la trascendencia que corresponde… (humanos somos, para bien o para mal).
Esta coexistencia de las virtudes positivas y negativas nos
lleva a considerar que las descalificaciones en determinados segmentos del
saber no deben omitirse, dada la incompatibilidad con las funciones cotidianas
que le competen. Tomemos dos casos emblemáticos: el docente y el médico, profesiones que en algunas sociedades – como la
nuestra- se elogian pero no se concretan en hechos (léase reconocimiento social
y económico). He aquí dos labores en las cuales no podemos permitir tal
coexistencia, como nos muestra cotidianamente el repudio social hacia aquellos
que cometen excesos que la justicia trata de reparar en la medida de la
información recabada (muchas veces es difícil obtener pruebas fehacientes,
incluyendo intereses en juego) ¿Tendríamos que incluir como trascendentes,
además de las nombradas, a los jueces?...
Sí, creo que sí, pues un dominio excelso del derecho es factible de ser manipulado por una pluma brillante que
tornan relativas evidentes
atrocidades. Estimo que habrá muchas más en esta somera y trascendente lista,
pero necesitaríamos un espacio inconmensurable que no es el objetivo de esta
nota.
Mi objetivo son los
políticos, definidos básicamente, como los Administradores del Bien Común (en castellano el ABC). Nada más trascendente para la
sociedad, en todos sus niveles, abarcando nuestro presente y futuro (el pasado
ya lo han arruinado). Que a su vez son los que determinan el nivel de
instrucción de las licencias para las profesiones elegidas en el párrafo
precedente. Es decir que son prevalentes
a las aludidas y por tanto, nos guste o
no, los políticos deberían ser
el foco de atención primordial para cualquier sociedad.
Circunstancia que NO se registra en
las mismas, evidentemente. No hay
duda que se vota aceptando reglas que los mismos políticos construyen para su
propio beneficio, prevaleciendo en el ciudadano los estados de ánimo, acorde a
la coyuntura que la sociedad respectiva vivencia. Falencia conocida y explotada
por nuestra dirigencia politica, que la mide y se ajusta a tales vivencias.
Simplemente educando al soberano
sobre sus deberes y derechos como tal, que incluye a la calidad de nuestros
representantes políticos y sus trascendentes responsabilidades, sintetizadas en
transparencia e idoneidad en el ejercicio del poder delegado por sus votantes.
Que
podemos exigirle a nuestros representantes políticos y sociales: INTEGRIDAD, definido simplemente por la
RAE como: persona recta, proba, intachable. Evidentemente lejos, muy lejos,
de los actuales representantes. Fenómeno registrado trasfronteras, con
excepciones que por cierto no conozco…( y no hacen a la regla). Uno debería interrogarse si estos
sujetos probos existen o están en nuestro imaginario colectivo como arquetipos.
Inferimos que de ser así, no habría solución alguna
al problema que se nos presenta. ¿Será que los debemos generar o existen? Crear
a través de la educación y escudriñar en la sociedad a aquellos que puedan ser
avalados por sus allegados cotidianos. Algo así como “denunciarlos” en algún
medio como personas integras. La hija de Julio Bárbaro, un político de vasta trayectoria, fue calificado ante la
audiencia del programa Intratables, como
una persona íntegra, más allá de compartir o no sus ideas, fue un inusual
elogio. Esto es primordial, pues a las personas se las conoce en su ámbito,
tanto por sus virtudes como falencias, no en los medios de comunicación que
pueden transmitir una imagen, incontrastable
con la realidad. En fin, si el huevo o la gallina. Empecemos por las aves,
que las hay (aunque nadie es perfecto, la integridad es posible) y que estas
generen las condiciones socio-educativas que engendren
sujetos íntegros que enaltezcan a nuestra especie, garantizando su
supervivencia. Hoy, por lo expuesto, en duda.
Gracias por
su atención.
Francisco
Alberto Scioscia
Aportes e interrogantes
ciudadanos,
089 marzo 10 de 2019