Menem y su jubilación de privilegio

 

  Pocos días antes de finalizar el gobierno de Menem, una de sus máximos representantes, Granillo Ocampo, publicaba en Clarín una nota sobre las características que debían tenerse en cuenta en la Ley de Reforma Política, aún sin sanción parlamentaria. Los conceptos vertidos en la misma eran de una lectura tan "menemista" que no dejaba de sorprenderme. Generalmente, la mayoría de nuestros políticos que forman parte del staff notorio multipartidario, en sus declaraciones públicas sobre las demandas sociales relativas a mejorar los mecanismos de selección / elección representativa de la sociedad, aluden a las demandas de la gente en la materia. Poco, diría que nada, sobre las demandas de ellos con relación al ejercicio del cargo electivo a obtener. Si obviamente en OFF, sin llegar a oídos del soberano.

El cariz que imprimen a sus declaraciones raya con una extrema vocación de servicio, patriotismo, honestidad, coherencia con tales demandas públicas, generalmente poco creíbles para una sociedad que no ve traducido en hechos tales aseveraciones. Siempre hay excepciones, con los objetivos no con los resultados.

El aludido funcionario, lejos de toda dualidad en su discurso, se refería al "poder" que ambicionaba el representante ciudadano y que en tales modificaciones deberían tenerse en cuenta, so pena de desvirtuar su "naturaleza". Franco el muchacho, denotaba ser un excelente discípulo del Presidente de entonces. Lo sorprendente no es lo que dijo, sino que lo exprese sin sonrojarse en uno de los medios de mayor circulación latina.

El tema da para mucho más -  muchísimo - pero aludo a ello por el reciente pedido de Jubilación Presidencial por Menem, quien en 1994 él mismo había derogado la misma por decreto (78/94), existiendo una ley reciente que fijaba las pautas para su otorgamiento y aplicación (24018). Solo un rapto de amnesia puede justificar lo injustificable, hablando en términos éticos. No legales, pues siendo abogado sabe perfectamente que jamás un decreto puede anular una ley, cualesquiera que fuere la causa, dado el nivel jerárquico de ambas normas. Reclamar y esperar, dado que legítimamente lleva todas las de ganar. Esto no es una suposición personal (además de no ser abogado) . Ese decreto afectó también al poder judicial, eliminando sus beneficios jubilatorios. Inmediatamente, coordinadamente (léase espíritu de cuerpo), los reclamos y demandas culminaron con sentenciar la inconstitucionalidad de la ley, pero restringida al ámbito judicial ( no al PEN). Debe destacarse que en estos casos, cuando esta en juego intereses de los jueces intervinientes se llama a conjueces - externos al sistema- que fallan en su reemplazo ( entre bomberos no se...). Por las dudas, ya que es evidente la parcialidad - aunque no injusto el fallo- solo se atuvieron al ámbito judicial. Es decir no hacerlo extensivo a todos los otros involucrados en la misma. Lógicamente que estos reclamaron y están en tramite, que por supuesto no tienen una Corte Suprema adicta como el Dr. Menem.  En fin, una vieja costumbre de nuestros políticos de hipotecar el futuro. Un ejemplo fresco del mismo presidente: en su segundo mandato determinó que los aumentos a los militares no fueran transferidos a sus pasivos. Causas injustificables. Chicanas con relación a sus leyes de igualdad retributiva activo-pasivo vigentes, ayer y hoy. Corolario: hoy debe fijarse un nuevo Bono de Consolidación para financiar las miles de sentencias contrarias a tal disposición. Las deberían pagar los funcionarios que firmaron tal norma, por supuesto indemnes, cuando no deberían serlo. Un error de calculo económico-financiero, dependiente o no de variables externas azarosas, podría salvar a los ejecutantes ( creo a que eso alude la "indemnidad" solicitada por el FMI a los funcionarios del área económico-financiera). Pero en este caso participan muchos juristas, así que las excusas no existen. Solo la coyuntura - no disponer de fondos en ese momento- que concluye con transferírselo a otro mandatario, pero siempre somos nosotros los que pagamos con nuestros impuestos (intereses incluidos). Se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra... Habría que agregar la nativa: muchas veces.

Históricamente una de las causales de la existencia de una ley jubilatoria para un ex-presidente obedecía a que su inserción ulterior en la sociedad tenía implicancias diferentes al resto de los conciudadanos: trabajo inferior, suspicacias en el ámbito privado, dignidad para no pasar apuros económicos, edad, etc. Mucha tela para cortar, pero podría ser razonable y tener el 50% de la biblioteca a favor sin chicanas jurídicas.

   Por favor, no es mi intención en esta nota "denunciar" a las cualidades distintivas del menemismo (frivolidad-ambición) de los cuales la ciudadanía tiene claro, como la de los políticos en general, pero en menor grado que aquellos.  Hace muchos años el famoso peruano Guerrero Martinheiz en uno de sus incisivos reportajes a figuras públicas, aludía a que en su familia se hacia una diferencia entre ambición y aspiración. Aquélla vinculada a la pasión y la otra a fines más ascéticos. Obviamente esta ultima la que debían tener los políticos. Sorprendido por tal diferenciación,  recurrí al diccionario, aunque su afirmación supuestamente no surgía de éste. Y así era la intuición familiar peruana que había corroborado lo que resultaba evidente en tantos años de historia humana: la ambición se la vincula a la fama, poder, etc., mientras que la aspiración a desear o pretender algo a secas. Ambicionar no tiene nada de malo, pero su exceso - harto frecuente en el campo político- genera una distorsión en los valores, privilegiando los propios a los que debe preservar un funcionario público al servicio de la sociedad que le da su razón de ser.

¿ Que en el ejercicio del poder se pasa fácilmente de aspirar a ambicionar? Ni duda. Para evitar ello se requiere de un nivel intelectual y emocional elevado,  para poder percibir que tal traspasamiento no es un negocio rentable a mediano y largo plazo. Con ser honesto no basta, los inhibiría pero simultáneamente los trabaría en su accionar ejecutivo.  Quienes poseen los dones requeridos saben que solo en equipo puede conducirse un proceso significativo sea cual fuere su naturaleza, lo cual inhibe tal indeseable conducta; propensa en los humanos en forma individual pero no colectivamente en hombres idóneos que incurrirían en la gravedad de la asociación ilícita. El aquí y ahora, no puede obnubilar el futuro.  Será primordial aprenderlo y ejercitarlo en este nuevo siglo / milenio, con los recursos adecuados.

    (Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia     
    www.redsoleido.com.ar número  16  31/03/2000                      letter.gif (161 bytes)