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Luego de
aceptar - a través de
Dado que no soy
economista ni científico tendría que remitirme a esperar que tal iniciativa se
concrete y se comience a revertir la tan extensa crisis, pero estimo que uno
puede aportar enfoques que enriquezcan tal trascendente derrotero que definirá
el devenir de nuestros hijos, hoy tan escéptico . Afirmase planetariamente, sin ningún tipo de
objeción, por lo menos pública, que esta es la era del conocimiento; que las
ideas preceden al capital y que solo el desarrollo en el campo científico hará
crecer el PBI, tal como afirma Clinton que la ciencia es el
principal motor de la exitosa economía de su país. Aseveración que avalan
nuestros economistas. Pero no solo no tenemos ciencia sino que la deuda
externa es bastante considerable en su crecimiento, cuyo principal engorde
proviene de intereses que pagamos del capital adeudado, que para hacerlo
debemos recurrir a nuevos fondos: es decir más capital e intereses... De eso no se
habla, pues tampoco tenemos solución viable potable que no sea otra
que crecer, que casualmente depende del PBI y éste de la ciencia. Evidentemente
no cierra y es más que preocupante. Aconsejaría a ese minigabinete
pro-fondos ciencia, que haga un calculo por sus expertos económico-financieros
del staff gobernante y gurúes nativos, sino convendría endeudarse más de lo
habitual -solo para satisfacer intereses- sino para invertir
adecuadamente en ciencia, aproximándonos al % de PBI del primer mundo,
que nos hará crecer y que el mismo en un lapso de mediano o largo plazo pueda
revertir o emparejar la progresión actual de crecimiento cuantitativo de la
deuda. Es decir llegar a los próximos diez años, con un deuda igual a que
tendremos de seguir así estancados pero con un desarrollo científico sólido, en
crecimiento, que terminará a largo plazo por absorber la deuda. Pensemos
que desde que nos desayunamos en el inicio de la década del 80 de nuestra deuda
interna, unos 50.000 millones, hoy a menos de dos décadas la hemos casi
triplicado. Y aún estamos estancados en el desarrollo del conocimiento y los
intereses de la deuda externa generan un cuarto del presupuesto nacional anual.
Es decir, aproximadamente el 5% del PBI, un poco mayor que el 0,42 %
destinado a ciencia. Los economistas deberían dedicarse a resolver esta
ecuación para ver si es factible y no dedicarse a planes de calidad
educativa - que incluye la científica- dejándola en manos de expertos
calificados en la misma. Siguiendo con la coherencia mundial de la era del
conocimiento habrá parámetros en los países desarrollados para realizar las
comparaciones prospectivas, que no serán fáciles de ajustar a nuestro suelo,
pero de no hacerlo seguiremos en franco deterioro y con más deuda (léase
mayor presupuesto para ello, menos para la estructuración social necesaria para
el despegue científico anhelado, más marginales...) ¿ Será mentira que la educación es inversión no gasto, o solo es verdad
en el primer mundo?
Supongamos que la ecuación
fuese potable y que proyectivamente nos conviene en el mediano plazo
endeudarnos aún más y que tal inversión
científica nos resultara redituable a largo plazo (más PBI y
presupuesto, menos intereses)
¿ Quien nos prestaría la plata? Obviamente
aquellos a que les debemos hoy.
Pretenderán cobrar o solo sojuzgarnos, un interesante desafío. Si son
pragmáticos - y así se lo demandaran los millones de ciudadanos u
organizaciones que aspiran a ver sus dólares algún día, no solo intereses- optaran por recuperar, pero no nos
prestarán si el plan que presentemos no cierre. Estaríamos como una Pyme
que se enfrentaría a un gran banco con una inversión de riesgo, cuya suerte
estará sellada a la calidad/factibilidad del programa presentado. Siguiendo
este razonamiento, para hacer tal plan viable no se necesita demasiado dinero
(bastaria con algún crédito actual destinado para fines sociales del Banco
Mundial o el FMI): hay que invertir en materia gris full y part-time
multidisciplinaria del nivel más calificado y los instrumentos para efectuar
tal análisis, recolección de información y su síntesis final viable,
lógicamente en un poco más de treinta días. Sería la misma proporción que
insume diseñar un proyecto arquitectónico con relación al costo total de su
implementación ¿ A quien se le ocurriría ir a buscar primero la
financiación sin diseñar las bases viables del proyecto? ¿ Quien lo escucharía? De no ser así, sería mentira que estamos en
la era del conocimiento (plasmado en el diseño factible del proyecto) y
deberíamos conseguir muchísimo dinero, sin sustento ideológico forjado en
proyectos potables, que nadie nos prestara sin el mismo (excepto el suelo - de
Ya que estamos en el delirio
continuemos: dando por hecho que contamos con el capital intelectual y
económico para diseñar el futuro científico del país, quedarían por resolver quienes
deberían asumir tan alta responsabilidad intelectual, tan o más
importante. Errar en ello, sería peor
que no tener dinero o diseño adecuado. Hoy, el mejor camino para el menor
margen de error sería que lo vote la comunidad científica, tanto la conducción
estratégica, colectiva - no más de 10- multidisciplinaria, como los
mayores expertos en las disciplinas más trascendentes. Podría hacerse por fase
y no todo simultanea tal elección. Si no hay ideas para ello, ni pensar
en el proyecto.
"Los "líderes" bolicheros proponen
resolver primero los problemas nacionales y luego, con el dinero que sobre,
desarrollar el conocimiento científico moderno. Situación insólita si las hay,
porque posponer el conocimiento para cuando se resuelvan los problemas es
aceptar que hay problemas para cuya solución es preferible contar con la
ignorancia".
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Descontando que difícilmente puedan ajustar coherentemente el
presupuesto nacional por el momento y trasladar su resultado al campo
científico, seguramente exiguo.
(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia
www.redsoleido.com.ar número 18
del 28/04/2000