Luego de aceptar - a través de la Jefatura de Gabinete- que la Ciencia Argentina esta hace treinta años en crisis, el gobierno decide crear un órgano consultivo interministerial, asesorado por científicos y tecnólogos de distintas disciplinas, cuyo objetivo básico será discernir como se obtienen fondos para la reversión de la crisis aludida. Asimismo coordinar políticas en todo el ámbito científico nacional para que de ser obtenida la asignación de recursos resulte coherente a los fines perseguidos, evaluaciones y prioridades. Las objeciones de científicos que "viven" cotidianamente en su piel tal crisis, que resalta la crónica,  vinculase a aspectos superables: no incidir en el error de recurrir a fondos privados que exigirán orientar la investigación a sus fines; que no hay científicos en ese minigabinete - los habrá- o que deben ser altamente calificados (espero que lo serán). Es decir una iniciativa loable, perfectible, según lo expuesto precedentemente, que se fijo un plazo inferior al mes para determinar la forma de obtener los recursos para el definitivo despegue de la ciencia nativa. Vamos a omitir toda consideración bastarda sobre los objetivos de este espectacular anuncio y sus implicancias políticas y creer que estos dos funcionarios de larga trayectoria en despachos oficiales, en el cenit de su poseída madurez  intelectual,  estiman que si o si es hora del despegue, avalados totalmente por el Presidente e independientemente de cualquier crítica/autocrítica de carencias de iniciativas de la Alianza.

Dado que no soy economista ni científico tendría que remitirme a esperar que tal iniciativa se concrete y se comience a revertir la tan extensa crisis, pero estimo que uno puede aportar enfoques que enriquezcan tal trascendente derrotero que definirá el devenir de nuestros hijos, hoy tan escéptico .  Afirmase planetariamente, sin ningún tipo de objeción, por lo menos pública, que esta es la era del conocimiento; que las ideas preceden al capital y que solo el desarrollo en el campo científico hará crecer el PBI, tal como afirma Clinton que la ciencia es el principal motor de la exitosa economía de su país. Aseveración que avalan nuestros economistas. Pero no solo no tenemos ciencia sino que la deuda externa es bastante considerable en su crecimiento, cuyo principal engorde proviene de intereses que pagamos del capital adeudado, que para hacerlo debemos recurrir a nuevos fondos: es decir más  capital e intereses... De eso no se habla, pues tampoco tenemos solución viable potable que no sea otra que crecer, que casualmente depende del PBI y éste de la ciencia. Evidentemente no cierra y es más que preocupante. Aconsejaría a ese minigabinete pro-fondos ciencia, que haga un calculo por sus expertos económico-financieros del staff gobernante y gurúes nativos, sino convendría endeudarse más de lo habitual -solo para satisfacer intereses- sino para invertir adecuadamente en ciencia, aproximándonos al % de PBI del primer mundo, que nos hará crecer y que el mismo en un lapso de mediano o largo plazo pueda revertir o emparejar la progresión actual de crecimiento cuantitativo de la deuda. Es decir llegar a los próximos diez años, con un deuda igual a que tendremos de seguir así estancados pero con un desarrollo científico sólido, en crecimiento, que terminará  a  largo plazo por absorber la deuda. Pensemos que desde que nos desayunamos en el inicio de la década del 80 de nuestra deuda interna, unos 50.000 millones, hoy a menos de dos décadas la hemos casi triplicado. Y aún estamos estancados en el desarrollo del conocimiento y los intereses de la deuda externa generan un cuarto del presupuesto nacional anual. Es decir, aproximadamente el 5% del PBI, un poco mayor que el 0,42 % destinado a ciencia. Los economistas deberían dedicarse a resolver esta ecuación para ver si es factible y no dedicarse a planes de calidad educativa - que incluye la científica- dejándola en manos de expertos calificados en la misma. Siguiendo con la coherencia mundial de la era del conocimiento habrá parámetros en los países desarrollados para realizar las comparaciones prospectivas, que no serán fáciles de ajustar a nuestro suelo, pero de no hacerlo seguiremos en franco deterioro y con más deuda (léase mayor presupuesto para ello, menos para la estructuración social necesaria para el despegue científico anhelado, más marginales...) ¿ Será mentira que la educación es inversión no gasto, o solo es verdad en el primer mundo?

Supongamos que la ecuación fuese potable y que proyectivamente nos conviene en el mediano plazo endeudarnos aún más y que tal inversión  científica nos resultara redituable a largo plazo (más PBI y presupuesto, menos intereses)

¿ Quien nos prestaría la plata?  Obviamente aquellos a que les debemos hoy. Pretenderán cobrar o solo sojuzgarnos, un interesante desafío. Si son pragmáticos - y así se lo demandaran los millones de ciudadanos u organizaciones que aspiran a ver sus dólares algún día, no solo intereses-  optaran por recuperar, pero no nos prestarán si el plan que presentemos no cierre. Estaríamos como una Pyme que se enfrentaría a un gran banco con una inversión de riesgo, cuya suerte estará sellada a la calidad/factibilidad del programa presentado. Siguiendo este razonamiento, para hacer tal plan viable no se necesita demasiado dinero (bastaria con algún crédito actual destinado para fines sociales del Banco Mundial o el FMI): hay que invertir en materia gris full y part-time multidisciplinaria del nivel más calificado y los instrumentos para efectuar tal análisis, recolección de información y su síntesis final viable, lógicamente en un poco más de treinta días. Sería la misma proporción que insume diseñar un proyecto arquitectónico con relación al costo total de su implementación ¿ A quien se le ocurriría ir a buscar primero la financiación sin diseñar las bases viables del proyecto? ¿ Quien lo escucharía?  De no ser así, sería mentira que estamos en la era del conocimiento (plasmado en el diseño factible del proyecto) y deberíamos conseguir muchísimo dinero, sin sustento ideológico forjado en proyectos potables, que nadie nos prestara sin el mismo (excepto el suelo - de La Quiaca a Ushuaia- como garantía hipotecaria). Ya no esta más el patrón oro, ahora es la confiabilidad del gobierno quien lo reemplaza. Tal confiabilidad es extendida por los organismos internacionales, gerenciados por los países a quienes les debemos. Por lo menos eso explicitan ideológicamente ¿o siguen siendo simples piratas?  La única forma de ganarles es haciendo que sus propias armas nos favorezcan, no nos maten como hasta ahora.

Ya que estamos en el delirio continuemos: dando por hecho que contamos con el capital intelectual y económico para diseñar el futuro científico del país, quedarían por resolver quienes deberían asumir tan alta responsabilidad intelectual, tan o más importante.  Errar en ello, sería peor que no tener dinero o diseño adecuado. Hoy, el mejor camino para el menor margen de error sería que lo vote la comunidad científica, tanto la conducción estratégica, colectiva - no más de 10- multidisciplinaria, como los mayores expertos en las disciplinas más trascendentes. Podría hacerse por fase y no todo simultanea tal elección. Si no hay ideas para ello, ni pensar en el proyecto.

Concluyendo, una de las científicas que aludo en la crónica dijo una verdad irrefutable, que omití relatar, coherente con la opinión vertida en este artículo: el dinero es importante, pero no me resulta creíble pues no tienen idea de cómo superar la crisis...

Faltaría a la verdad si no hago una alusión que me parece indispensable de LEER y base de este texto: lo expuesto en un artículo periodístico en Clarín, suplemento Zona del 21 de noviembre del 99, página 10, por el escritor y científico Marcelino CEREJIEDO, "LA PATRIA BOLICHERA", del cual solo voy a resaltar para cerrar lo siguiente:
"Los "líderes" bolicheros proponen resolver primero los problemas nacionales y luego, con el dinero que sobre, desarrollar el conocimiento científico moderno. Situación insólita si las hay, porque posponer el conocimiento para cuando se resuelvan los problemas es aceptar que hay problemas para cuya solución es preferible contar con la ignorancia".
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Descontando que difícilmente puedan ajustar coherentemente el presupuesto nacional por el momento y trasladar su resultado al campo científico, seguramente exiguo.
 
 

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia
        www.redsoleido.com.ar número  18 del  28/04/2000                     letter.gif (161 bytes)