Otrora, los "viejos" funcionarios repetían que no solo hay que ser honesto sino parecerlo. Nunca, aun hoy, pude asimilarlo. Me quedo con el ser, aunque también sería necio negar que es factible esa posibilidad. Las publicaciones de todas las licitaciones públicas o privadas - de menor cuantía- en un sitio especifico de INTERNET es un acto de gobierno que nos lleva a una mayor transparencia en su accionar. Más aún ajustes en los sistemas de contrataciones, como ser entregas parciales de ordenes de compra de mayor volumen al mismo precio pactado regulando el stock y el espacio respectivo, incluir varias reparticiones para incrementar volúmenes y menores costos y otros controles, rectificando o sustituyendo totalmente el innecesario decreto regulatorio de contrataciones sancionado por Menem a días de su cese presidencial. Al respecto, quien conozca el paño sabrá que a fines de cada gobierno, sea cuál fuere el signo del mismo, los últimos días de la/s víctima/s quien tenga algún poder burocrático y tenga intenciones, logra la firma presidencial entre gallos y medianoche, sin excluir la posible intencionalidad/guiño de este último, como favores devengados.

En fin, parece que es hora de transitar hacia la transparencia. Algún despistado no creerá que con el menemismo y su década en el gobierno nació la corrupción en este sistema de contrataciones del Estado. Mi primer trabajo en el mismo fue conformar la oficina de patrimonio, una exigencia de milicos, lo cual me entretuvo - de por si no había trabajo- durante varios meses revisando la descripción de bienes de las facturas originales con la descripción existente en el inventario, producto del aburrimiento en exceso cuando se fue desmembrando la sección, quedando como único integrante (el jefe había sido comisionado). Solo por curiosidad fui reconstruyendo todos los bienes muebles e importes, de una repartición que no llegaba a diez pisos  de 10 x 30 m cada uno, posible solo por tal volumen y por quien diseño el inusual sistema contable patrimonial, dada su simplicidad y eficacia para registrar, clasificar y compensar (vaya mi tardío homenaje al por mi desconocido autor).  Sorprendidos por mi actividad, no tuvieron la mejor idea que asignarme las licitaciones y compras de tal repartición, a un pendex que - naturalmente - no sabía nada de nada sobre las exigencias y características de los bienes involucrados. Gracias a lo referido de su limitada envergadura, descentralizada y con proximidad a los funcionarios de mayor experiencia, no fue muy difícil equivocarse poco en tal repartición. Nada más ni nada menos que hace treinta años... en cual época se compraba papel para cinco años, carbónicos para diez o se recibían aún biromes de la creo llamada Dirección General de Suministros,  casi en extinción, que proveían a todas las reparticiones de los útiles básicos de oficina (1). Obviamente no duraban más de una semana - con mucha suerte - y cualquier otro instrumento proveniente de esa repartición que podía conseguir mejores precios que cualquiera, excluyendo la calidad por supuesto; maquinas arrumbadas sin conocer su uso y una etcétera interminable como el de guardar - ocupaban casi una oficina-  por años las plumas y tinteros (soy jovato, 50, pero juro haberlos usado solo en mis primeros grados primarios) porque creían que estaban inventariados, cuando eran bienes de consumo. Con solo poseer un almanaque y saber que el presupuesto era anual - gracias a mis labores patrimoniales precedentes - no tuve inconvenientes en ordenar tal desproporción, que obviamente ni se me había encomendado solo autoguiado por un criterio humano mínimo ¿ Incompetencia y/o intencionalidad? Apuesto por ambas, no sabría en que partes. Si ello ocurría en una dependencia estatal mínima, multiplique por lo que quiera tales aberraciones en monstruos ministeriales existentes por siempre.

Debería haber una oficina de estadísticas del estado en la cual se podrían contabilizar, aunque sea cuantitativamente, las modificaciones parciales o totales sobre cualquier aspecto vital  a su desenvolvimiento y sus tantos y fracasados intentos. O vamos a pensar que nadie percibía tales desatinos cualesquiera fuere el signo del gobierno de turno. El acto administrativo es volitivo primariamente y ulteriormente intelectual, sin escisiones. Sin voluntad de hacer nada es posible. Parece risueño o triste hacer esta pregunta: ¿ como es factible los avances científico-tecnológicos del último siglo no hallan llegado a controlar algo tan simple que alguien no se apropie de lo indebido o negligentemente lo despilfarre a expensas de toda la ciudadanía?  No se puede responder esta pregunta sin involucrar a un alto porcentaje de los políticos existentes hoy, coparticipes con  funcionarios administrativos del desmadre preexistente en todo lo atinente a compras y servicios en el estado. Mitigado ello,  en este último periodo democrático al tener la prensa una injerencia mayor en los actos de gobierno y la correlativa avidez de publicar chanchullos que devenían en mayores rating o tiradas respectivamente y ya no les podían cortar el cuello (sin eufemismos). Reitero que no sabría que parte de intencionalidad e impericia/desidia asignarle a aquellos funcionarios aludidos, pero que coexisten ni lo duden. Hay de todo en la Villa del Señor: corruptos y puros específicos, muy, muy exiguos, del resto en las graduaciones que Ud. quiera. Como dice un parlamentaria brasileño con tener vergüenza se solucionarían gran parte de los problemas del estado...

Quedaremos en el parecer, promocionando al BOOM Internet, o trataremos de ser definiendo con idoneidad, trasvasando adecuadamente experiencias de empresas multinacionales que han racionalizado productivamente servicios y provisiones, de las cuales muchos de los funcionarios existentes han formado parte. Pero ello implica una revisión de las estructuras del estado, en todo nivel, que permita saber no solo que se compra sino porque y ello es un cambio muy profundo que hay que hacer para no parecer sino ser... (algo así como la idea de un economista que tuvo su hora, del presupuesto base cero).

En fin, somos un país bananero por nuestras dirigencias, no por el nivel cultural y actualización científico-tecnológica de los miembros de su sociedad que exceden a tal factible tarea a emprender. Resta responder si hay voluntad de hacerlo o declamar, lo cual les compete a los políticos ¿ o a la ciudadanía demandarla? 

(1) Con ello tuve una experiencia similar a la que tengo con el proyecto en el que estoy embarcado- varado, mejor- ya que no me respondieron. Sucedía que por aquellas épocas una lapicera  Parker era un bien preciado. Proveyendo al personal con dos cartuchos anuales y el registro del nombre en el capuchón, eran más baratas y eficaces que las biromes provistas por la DGS... en 1970 ( por los 80 hubiera sido un iluminado).

  (Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia 
       

www.redsoleido.com.ar número  18 del  28/04/2000                      letter.gif (161 bytes)