4. Cuadro de situacion consecuente

 

 4.1  La maquina burocrática actual

  No hay área en la cual hayamos logrado un nivel de prestación asequible, lo cual implica todo por hacer. Y esto no es de opinión. Las estadísticas (año 2000) de Organismos Mundiales nos ubicaban en el 6to. lugar en inversión en el estado, lógicamente con la tabla invertida (cuanto más alto peor). El puesto 54, codeándonos con el tercer mundo, en cuanto a la administración de ese escaso 17% del PBI que insume nuestro presupuesto anual primario. Y lo que es aún peor, jugando con los países menos desarrollados en cuanto a la productividad de ese gasto. La OMS nos calificó en el orden 75 sobre 191, siendo superados por muchos de nuestros vecinos en América Latina, con un ingreso per cápita inferior. Si se actualizaran estos datos– de por sí calamitosos- al presente (sept/2002) sería rayano a lo indignante...
 
        
La paradoja de que teniendo recursos físicos, tecnológicos y dotación humana suficiente (perfectibles), no logramos satisfacer las demandas de la sociedad, amerita un análisis. Los fracasos expuestos en las últimas décadas no fueron gratuitos. Generaron un híbrido improductivo. Cada gobierno con sus fallidos libretos fue formulando reformas que jamás habrían de cumplimentar. Sus objetivos se proclamaban en todos los medios para calmar a la sociedad justamente demandante. Pero implementarlas no era compatible con los intereses sectoriales/personales de los funcionarios eventuales del gobierno, que asignaban cargos políticos por favores recibidos. Estos titulares no tenían ningún compromiso con los planes de modificación del estado, previamente elaborados en la plataforma partidaria (una exigencia "formal" de campaña). Asimismo, aquellos designar a sus colaboradores de “confianza” en la estructura técnico-administrativa permanente, omitiendo las disposiciones reformistas proclamadas y/o “haciendo” que las cumplían, con chicanas no percibidas ni accesibles para la ciudadanía. Resulta obvio que la dotación permanente si le eran accesibles como perceptibles, “ajustándose” a esas visibles manipulaciones.  Debe destacarse que tal dotación posee en sus cuadros superiores un alto grado de estos digitados por todos los gobiernos que le precedieron, hoy insertados como estables, mayoritariamente no capacitados para modernizar estructuras. Igualmente los de carrera, iniciados desde su juventud que para lograr ascender deben utilizar estrategias múltiples, generalmente no muy virtuosas que no hacen a la calidad de vida individual ni organizacional.
  
     
       Un factor constitutivo de estas múltiples designaciones de los funcionarios políticos eventuales en la estructura permanente, obedece a una concepción falaz de la confianza como parámetro, siendo ésta de naturaleza humana arcaica ¿ Confianza para qué? Evidentemente para delegar: que otro instrumente lo que el mandante pretende y lo haga factible ¿ Si no lo hace correctamente, sería "no confiable"? Más razonable, decir incompetente. La vara para medir más adecuada es la competencia, no la confianza asociada a temores paranoides, generalmente infundados. Esto es en general, pero no debemos excluir que tal confianza sea para el usufructo personal de los bienes públicos como ha sucedido, ya que esto es un acto delictivo, que excedería a esta propuesta reformista. Puedo asegurar que ningún funcionario de carrera, en sus cabales, tratará de "boicotear" los planes a su cargo, emergentes del nivel político. Además de ser una relación asimétrica delicada en sí misma, no es recomendable masticar vidrio.
         

       En fin: cualquier anuncio de reforma implica la inmediata generación de conductas defensivas de la dotación existente, que apostará a la indefinición ya que supuestamente pone en juego su futuro. Las ínfulas iniciales de los funcionarios a cargo del proceso reformista, aquellos dirigentes que mayoritariamente no les preocupa ni van a cumplir con ninguna norma que afecte sus intereses inmediatos, sumándole la actitud defensiva referida de la dotación permanente, conjugan factores anti-sinérgicos mayúsculos para desincentivar por sí solos los proyectos reformistas. Soslayarlos - creyendo en el poder mágico de las normas decretadas del ejecutivo- conducirá irremediablemente al fracaso a cualquier tibio intento reformista, que seguramente será fagocitado por la intacta maquinaria burocrática actual. Esta, en conjunción con los funcionarios políticos eventuales, se refleja en las funestas estadísticas aludidas...

 

 

Punto 5 del ensayo: Factores insoslayables para generar una reforma...