¡ Albricias !: |
Por siempre aludí que el tema previsional debe enfocarse
globalmente y es uno de los aspectos humanos más complejos. Parece
que el gobierno ha hallado "la solución" - con dos llamados al
FMI, ¿ o tres?
Culpa, chancho, comer,... - igualándonos
al primer mundo (que nivel y rapidez de resolución, luego nos quejamos),
estimándose que tal modificación decretada, o no, nos permitirá ampliar la
cobertura y ajustar al 45% la percepción pasiva con relación a sus haberes
activos. Un pequeño detalle: el 45 de que, de un haber nativo (promedio de 800
aproximado) o los 100 dólares a las personas mayores que no cumplan con las
exigencias del régimen jubilatorio nacional (¿cuantos va a haber en el futuro,
desocupación y evasión, para subsistir?). No creo que de
para más comentarios, antes de ponernos a llorar. Los argentinos estamos
tan imbuidos del presente, que no da para amargarnos por un futuro que no
vislumbramos. Si, los que estén en el umbral de su jubilación, lo lamento. El
siguiente texto es una trascripción textual del punto 3.7 Nuestro sistema
previsional, del ensayo del autor.
Un somero análisis del sistema modificado, reflexiones y propuestas (aunque sea
del 96, sigue vigente):
"Definir un
sistema previsional implica incursionar en la evolución de un ser humano en su
lapso de vida; desde su inserción en la vida productiva hasta el fin de sus
días. Tal problemática excede a una simple ecuación financiero-matemática,
involucrando la calidad de vida deseada por una sociedad.
La era industrial modeló el régimen previsional nacional de mediados de siglo.
Los parámetros expansionistas originales - crecimiento continuo/inmigración-
distorsionaron su desarrollo ulterior. La anhelada relación de 4 ó 5 activos para un pasivo, jamás llegó a satisfacerse. La
modalidad industrial laboral implicaba el esfuerzo físico, resultando su
jubilación un premio a tanto sacrificio (viene de júbilo...). El crecimiento de
posguerra diversificó la división del trabajo, ampliando la estructura de servicios
e invirtiendo progresivamente la relación fuerza-intelecto. Tales variaciones
determinaron un ajuste a las jubilaciones: la
movilidad de las prestaciones. Igualdad retributiva del pasivo con su par
activo vigente.
Así nació la industria jurídico-previsional,
a la cual coadyuvaron el dislate de los funcionarios de turno. Aunado a la
crisis industrial, el sistema solidario se fue a pique. Mantener un sistema con
ajustes permanentes, basados en criterios subjetivos - léase futuros juicios, con
demandas justas e injustas- es suicida. La incesante variación en la labor
desarrollada por el pasivo - al cese de sus servicios- con su
equivalente actualizada, tiende a distorsionarse irreversiblemente. Más aún,
cuando el lapso entre ambas circunstancias es mayor, sea por razones de orden
tecnológico, económicas o sociales. Adicionemos a esto, el carácter paterno
moralista del sistema (decide post-morten a quien beneficia, aquello que en vida decidíamos nosotros);
condicionado al arbitrio del gobierno de turno; sobredimensionado
administrativamente; deficitario; y fundamentalmente, que no satisface la
calidad de vida deseada socialmente ¿ Qué más puede
pedirse para su extinción?
Lamentablemente su incidencia consumió a varias generaciones. Transferirse
a un sistema de autoaporte como el actual generará
dificultades. Implica la absorción por el estado de los pagos de las
prestaciones pasivas actuales. Las proyecciones a largo plazo que involucra no son el fuerte nacional. Mientras en
el primer mundo disputan con cuantos años de anticipación operarán, como
parámetro de previsibilidad, nosotros nos contentaríamos con controlar lo
cotidiano.
Originalmente - vía radical- se estableció la jubilación privada como
alternativa. El seguro de retiro optativo. Luego de años de maceración política
emergió este engendro mixto vigente. Un doble mensaje a la sociedad: aceptamos
el autoaporte, pero por las dudas dejamos el Estado.
Ni Mandrake
puede establecer confiadamente que va a suceder en los próximos años. Pero
francamente nada podría ser peor que el sistema anterior, muerto antes de nacer
por proyecciones no satisfechas.
Nadie puede negar la miseria de los montos jubilatorios actuales. Haciendo
cuentas simples se verá que los mismos, equivalen al ingreso previsional mensual
(y aún da déficit). El triste promedio de los activos ($550/600), que genera un
aporte previsional promedio - el AMPO- de unos 63/65 pesos por afiliado
y considerando que por cada pasivo no se llega a los dos activos, la jubilación
mínima vigente (150+subsidio PAMI=
$220.) es coherente a estos guarismos. Extenderse en los mismos implicaría
recurrir a otros recursos que los previsionales y asimismo contrariando la
lógica jubilatoria: que algunos pasivos cobren más que sus pares activos. Pero ello no tendría importancia frente al
deterioro de la calidad de vida de los ancianos, con menos posibilidad de
recursos complementarios que un activo. No hay derecho previsional, hay
dinero previsional. ¿ Aceptará la
sociedad pagar más impuestos para los montos previsionales o pretenderá que se
tomen de otros gastos improductivos? Para cualquiera de las opciones faltan
datos fidedignos, que solo el estado político puede proporcionar. La oposición
política usan a los jubilados como caballito de batalla, ya que es un tema
sentimental, y con muchísimos votos de por medio (debe ser la masa independiente más numerosa). Hablar desde el
llano de esta cuestión es una imprudencia. Requiere un estudio profundo inserto
en un análisis global del presupuesto. Aislarlo es imposible y negligente.
Las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones (AFJP)
El sistema de autoaporte es aún
novel y perfectible. El temor infundido sobre lo volátil de sus fondos y mágica
desaparición de ser privados, no tiene asidero legal - previsto- ni
financiero. Pensemos que si hay una crisis nativa, con hiper incluida, o
mundial que nos afecten, perderemos en todo sentido, desvalorizando nuestros
activos y los que tengamos en las AFJP. Extensivos
a los jubilados estatales, que también verán devaluadas sus prestaciones. Que
las jubilaciones que proponen las administradoras no son muy diferenciadas a
las que abona el Estado, tiene una estricta correlación con la supresión de los
aportes patronales, que si se retienen pero no se ingresan a la cuenta del
afiliado a su respectiva AFJP. De haberse mantenido hubiesen logrado una
jubilación cercana al 100% - según movilidad- al cese activo
(considerando aportes en toda la vida productiva, 35/45 años).
Los aportes
patronales serían destinados a financiar las prestaciones
vigentes del anterior régimen. Su paulatina eliminación es sostenida por
diversos economistas, aún los que no comulgan
plenamente con este modelo. Bajar el costo argentino en el campo laboral y su
estricta relación con el desempleo. Pero si hoy ya hay problemas de déficit,
suprimirlos es osado e irresponsable. Transferimos de un sector - previsional-
al del trabajo - la ocupación- cuando ambos tienen grandes problemas.
Con precios o tarifas más elevadas que la mayoría del planeta - incluyendo
al primer mundo- y con salarios promedios que están en casi un 50% de los
que se abonan en
estos, cuesta creer que el
porcentual de aportes patronales incida tanto en los costos, más aún su
constante reducción cuantitativa por razones de orden tecnológico
. Un pope internacional, dueño no management, miró asombrado a su
periodista interlocutor cuando se le pregunto como
habían compatibilizado el costo argentino laboral en sus inversiones. Respondió
que nadie me habló de tal incidencia, así que no debe ser trascendente ¿ Será que nuestros economistas no tienen otra
salida que bajar aún más los míseros sueldos nativos? Muy fácil, pensando
que en general los ingresos de ellos y los de nuestros ejecutivos - ergo,
empresarios que los abonan- están cercanos al primer mundo y a veces los
superan.
Más allá del futuro previsional, resulta peculiar la creación de las AFJP:
formar capital con el dinero de los mismos trabajadores y que su utilización
poco tendrá que ver con su condición de tal, sino como inversionista
especulador; irónica interrelación entre
capital y trabajo. Siempre sospeche que en la mentalidad oficial actual las
administradoras solucionarían parcialmente con su capital estable, el inestable golondrina extranjero.
Razonable. Un nuevo boom. El espaldarazo final para Menem-Cavallo, mostrando al
mundo el libre mercado de capitales, creciendo por la iniciativa privada, sin
injerencia estatal, mirando el éxito chileno. Reagan-Thatcher-Menem. El milagro argentino, bombos y platillos...
Pero empezamos mal: déficit fiscal y la tequila,
aún embriagadora, postergaron - o eliminaron- para ellos el festejo...(aspiro a que otros los recuerden como los precursores en
una bonanza futura).
Una
visión más abarcativa
Personalmente estimo que debería ampliarse la visión del problema
previsional, desterrando el mecanismo de acumulación actual:
joven-adulto-tercera edad, para "disfrutar"
tal renta al final de nuestros días. Fijar una edad general improductiva para
un individuo, no cierra para estas épocas
y menos prospectivamente. Los patrones existentes de considerar al trabajo como
una carga y algunos signos físicos propios de la tercera edad - pero no
invalidantes- coadyuvan al convencimiento de tal cesación laboral
programada. Hoy, el trabajo es el núcleo vital de nuestras sociedades y
estrictamente vinculado a la educación en todos sus niveles. A través del
mismo, puede lograrse satisfacer sus
aspiraciones creativas, o como medio para lograr otros fines que lo satisfagan,
retroalimentando su autoestima. Ni los bienes materiales, ni el ocio,
construyen a la misma. Más bien a la extero-estima,
identificación o envidia de los otros hacia uno, lo cual no es suficiente. La autoestima surge de las propias
capacidades - socialmente aceptadas-
para acceder al bienestar.
¿No sería más racional compatibilizar ocio-placer
con trabajo, durante todo el transcurso de nuestra vida productiva (siendo
dichoso el que disfrute ambas fases) fijando el limite
de la misma exclusivamente por nuestro estado de salud psicofísica? Tanto al
cese arbitrario de la actividad laboral, como el morir joven dejando a nuestra
familia en la indigencia por no haber acumulado lo suficiente, son
perturbadores en el desarrollo del ser humano y su entorno familiar. Una
sociedad debe hallar respuestas inteligentes a esta problemática. El trabajo
debe ser su moneda de cambio independiente de la edad, para asegurar su futuro
ante emergencias invalidantes/deceso del trabajador aportante y su grupo
subsistente.
Tal propuesta implica una revisión de la utilización de los recursos
humanos en el presente. En una película americana de los '
Resulta paradojal observar que los lideres de las
grandes corporaciones tienen mucha más edad que los que son despedidos por la
misma, medida o no su trayectoria. Aún más si consideramos algunos de los gurúes
que avalan expresamente o con su silencio tal política discriminatoria, que con
su edad en el mundo occidental deberían estar "muertos". Nunca
pude saber ciertamente cuáles son las verdaderas causas de tal discriminación,
que no se explicitan por compasión general o particular. Estimo que las razones
deben ser múltiples: por desactualizarse; por no haber llegado al tope como sus
verdugos; o será que para ser productivo se debe ser joven. Cualesquiera que
fuere la causa nos indica que aún los humanos no hemos aprendido a utilizar
nuestros recursos, según
edades/maduración ( por lo menos lo
observado en occidente). Deberíamos revisar el modelo oriental, que no desdeña al anciano y sus saberes.
Será clave exigir lo que pueden dar: experiencia
en el ahorro de esfuerzo. Exigirle a un plomero de 55 años o más el ritmo
de un joven, sería necio. Trabajando juntos se integrarán complementando
productivamente sus aportes (ritmo/eficiencia). Pero ello involucra una postura
inducida externa socialmente para lograr tal compenetración productiva.
Conocemos muy poco de las mañas achacadas a los viejos, como de la necedad de
los jóvenes.
Años de avance tecnológico nos han hecho comprender la importancia de la
educación y actualización permanente, pero aún nos falta el conocimiento de
nuestra maduración como humanos. Tal limitación nos impide una comprensión de
estos fenómenos que nos perturban cotidianamente. Reitero: no se puede soslayar
un problema porque no sepamos como resolverlo
individualmente. Hay formas que exceden lo personal, que requieren de estudios
multidisciplinarios del más alto nivel, con sensibilidad social incluida.
Un ejemplo: leía
con regocijo una experiencia japonesa: habían integrado un geriátrico con un
jardín/guardería, con óptimos resultados. Los ancianos brindaban serena
contención y los niños felices. Puede ser extremo, pero para reflexionar... "
(trascripción punto 3.7 Nuestro sistema previsional, "Hacia una Nueva IDONEIDAD POLÍTICA",
Ocruxaves, 97, Francisco A.
Scioscia)