LA QUINTA SILLA VACIA Y EL DESAZON SOBRE SUS FUTUROS OCUPANTES…

       En el artículo precedente –ETERNO CAMBALACHE- aludía que mi intención era hablar de otro tema, no de los sucesos acontecidos en la primera semana de agosto ppdo. (Cuadernogate, y sus explosivos derivados), referencia insoslayable por entonces y el día a día hasta este presente, pasando a un plano inferior el tema oportunamente postergado. Pero no, vuelve… La postergada foto ( por el sorpresivo deceso de José de la SOTA) del peronismo “alternativo” de estos días, mostrándose juntos cuatro referentes importantes (Senado, Gobernaciones, ex peronista reciclado, léase respectivamente: Pichetto, Schiaretti, Urtubey y Massa), dejo claro que Cristina no tendría cabida en el mismo ( y menos a ocupar la quinta silla vacía), que convocarían a otras fuerzas para conformar un frente (por ahora léase: Stolbizer, ya aliada con Massa vía Frente Renovador y Lifschitz, actual gobernador de Santa Fe, que no se sabe si incluirá a su partido). Para mayor sorpresa, tal coalición frentista incluirá figuras nativas trascendentes, como ser Marcelo Tinelli y/o Facundo Manes (éste según la crónica). Es decir, tal explicita convocatoria me remite nuevamente al tema postergado. He visto sintéticas declaraciones sobre tal extensión mediática de algunos de los pregoneros de esta alternativa justicialista, justificando la misma: la politica no es un gueto y debe ampliarse a la sociedad. La popularidad implica cierta sensibilidad social, dado sus numerosos acólitos, siendo bienvenida tal circunstancia (¿votos?).

          En cuanto a la afirmación que debe ampliarse el espectro de dirigentes/actores sociales, nada, ni nadie puede estar en desacuerdo. Creo que hay gente valiosa que no se atreve a involucrarse en ese gueto, segura y justificadamente, por temor a ser vapuleado ulteriormente producto de su gestión pública, como le ha sucedido a muchos (algunos justa y a otros injustamente) ¿Que nos indica la historia nativa en cuanto a la transferencia del crédito mediático a la politica? Sin lugar a duda: intrascendente/negativa, neutra o no traspolable (elija Ud.). Por siempre se los ha buscado, sea cual fuere el partido. Hemos tenido en ejercicio público a empresarios, técnicos, artistas, militares... hasta brujos, devenidos en políticos, con funestas consecuencias para nuestro país, coparticipes de la hecatombe del presente y pasada, sin juzgar su capacidad previa en su “metier”. 

            Al presente hemos virado del mejor equipo en los últimos cincuenta años, a funcionarios con buenas intenciones. No recuerdo en mi vasta perfomance como observador-ciudadano algún empresario que haya logrado destacarse cumpliendo un rol político ministerial, cargo ejecutivo o parlamentario. Generalmente patinan sobre pistas desconocidas. Ciudadanos afectados circunstancialmente al acecho, segundo a segundo, y con un variopinto mucho más complejo que el mercado conformado por consumidores ( con escaso margen para manifestarse). Una diferencia abismal, que los hace perecer en el barro gestionando lo público. Corto aquí la referencia a la actualidad, pues intento pensar el futuro octubre de 2019.

“La extraordinaria difusión de los medios de comunicación, ha transformado a los mismos en variables intervinientes trascendentes. Pesan a la hora de decidir los candidatos partidarios. Ya no basta con destacarse en su partido - escuela informal básica- sino que deben compartir sus posibilidades con otros, partidarios o extrapartidarios. El prestigio de éstos fue ganado en otros ámbitos, logrando notoriedad gracias a los medios. Empresarios y profesionales, que transfieren su crédito mediático social al político. Igualmente para los artistas o deportistas consagrados, contando estos con un handicap considerable: feeling con su pueblo-medios de comunicación, generadores y sustento de su fama y consecuentemente de su proyección política.”

“Obviamente, estos "ungidos" a potenciales cargos, deben reunir otros requisitos que su popularidad-éxito. Fundamentalmente, aquello que los políticos de raza reconocen inmediatamente: el justo equilibrio entre los extremos posibles, expresado correctamente, sin herir susceptibilidades de sectores influyentes y pares. Y prioritariamente, a la ciudadanía en general (letal). En fin, lo que se dice ser político en sus actos y declaraciones, por lo menos públicas. Hoy en día sin este timing político, no vale tener laureles prestigiosos, poder, dinero, honestidad, cultura o intelecto. La injerencia de los medios actúa como caja de resonancia, siempre deseosos de brindar información. La proliferación zonal de aquellos, les permiten llegar a los lugares más inesperados - para los políticos- y recibir las declaraciones más inoportunas, tomas indiscretas o información que pueden ser el prólogo de la partida de defunción como representante popular. La diversidad de intereses que dominan a los medios, impide el dumping informativo. La información es transmitida incesantemente a nuestra sociedad perfilándose según los respectivos intereses mediáticos, para alegría o desgracia de nuestros políticos, que no pueden prescindir de ese público masivo. En fin, a éste le llegan las noticias - distorsionadas o no- siendo filtrados individualmente sus contenidos, generando los respectivos juicios de valor y sentimientos concomitantes.”

“Un político ungido como extrapartidario tiene que recorrer un largo camino hacia el cargo electivo alcanzado, o como funcionario. Tuvo que autoconsiderarse idóneo para tal postulación, convalidado por sus pares afiliados en el proceso selectivo partidario y/o en las primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO). Una vez electo y en ejercicio del cargo, demostrar a sus partidarios, sus mandantes soberanos, a los que no lo votaron, de su probidad para el desempeño del mismo.  Cuán difícil, sino imposible, reconocer sus falencias en el transcurso de su mandato, o antes. Primero su autoestima, luego sus íntimos, correligionarios, adherentes, críticos... gracias a Dios, existen mecanismos propios de los humanos factibles de soslayar tanta desgracia: racionalización, negación, disociación, proyección... y otros complementarios: soberbia, sobreestimación, fijación y algún otro más que Ud. pueda aportar. Evidentemente, desde la misma cuna selectiva emerge la subjetividad: autovaloración, autoproposición, con la consiguiente probabilidad de sobreestimación de sus cualidades individuales - léase narcisismo- o de impulsos exhibicionistas - una cámara aquí, por favor- o poseer una información distorsionada del futuro rol político a desempeñar. Ello, avalado por partidarios de similar cosmovisión y estimulado por quienes pueden verse favorecidos por beneficios colaterales de la política, más allá de evaluar las reales capacidades del candidato (léase familiares y allegados). Este análisis del proceso selectivo de nuestra dirigencia, determina tanto su carácter legal-inobjetable, como falaz, en cuanto a que tal proceso recluta lo mejor de nuestra sociedad. Tal proceso no garantiza ni cualitativamente ni cuantitativamente una técnica de representación fiable. Esto no es lo que nos representa sino aquello que nos ofrecen los partidos actuales, no lo que nos merecemos…” ( como se dice: es lo que hay)

“Cualquier político responsable, ante estas aseveraciones, dirá que son burdas reducciones de un proceso partidario que implica un exhaustivo trabajo, concienzudas evaluaciones, análisis, etc. ... Pero la realidad nos dará un claro veredicto: el descrédito general de los políticos emergentes de sus internas partidarias (indefendible). He tratado de no referenciar anécdotas de los políticos notorios, que ratificarían mis aseveraciones. Ellos no crearon las reglas del juego, devienen. A lo sumo se les puede endilgar que las mantienen. Sus propias limitaciones los eximen de culpabilidad. Igualmente, un cambio radical en las reglas de representación, gestionadas por ellos mismos, no le garantizará su continuidad. Observemos la realidad cotidiana: solo ante la presión de pruebas irrefutables - a criterio de la ciudadanía en general- sacrifican a algún camarada en desgracia. ¿Quién les asegura que el día de mañana no sea uno de ellos el incriminado?”

El deber de cambiar las reglas del juego político, que generan la clase de dirigentes políticos que cuestionamos, es de la sociedad misma. Aunque ésta ya no los tolera, se halla impotente de hallar soluciones adecuadas por carecer de interlocutores válidos. No se puede recurrir a aquellos políticos, que con mejor imagen pública, tratan de revertir tal descrédito. Un técnico-político experimentado aludió oportunamente sobre uno de aquellos: "una monja no puede trabajar en un prostíbulo". Desde joven comprendí que no se puede pelear con los malos en sus propios dominios, hay que obligarlos al cambio de sus armas, sino se pierde.                                                                                                                                             

Este es nuestro gran desafío actual: generar condiciones sociales propicias para que emerja una dirigencia que nos merezcamos y nos represente cabalmente. Debemos reflexionar sobre los factores incidentes en tal problemática” (transcripción parcial  y actualizada, de mis escritos publicados anteriormente – 1997- que no ha perdido vigencia alguna, punto 2.1 del ensayo “Hacia una nueva  idoneidad politica”).

A los muchachos peronistas, traten de afilar su puntería selectiva. Espero que la sociedad olvide este desliz oportunista con esa silla vacía a ocupar que sellará su futuro electoral, dando lugar a un acuerdo con sujetos políticos idóneos – independientemente del partido, asimismo para los incorporados socialmente- que respeten como mínimo los preceptos constitucionales: República (con poderes apropiados e independientes), Democracia, Federalismo. Transparencia en el ejercicio público asignado. En alguna oportunidad pensé en sugerir un eslogan de campaña a una coalición como la propugnada: “súbase al JET( Justicia. Educación. Trabajo). Con estos tres aspectos consolidados devendrían los restantes ítems, como ser salud, seguridad, vivienda, derechos, etc.). Creo, que comparativamente esta camada de nuevos dirigentes, están mejor capacitados intelectual y éticamente, producto de haber nacido políticamente en democracia, superando a los patéticos precedentes, con mínimas excepciones. Los políticos saben de aquellos pares que nos pueden representar adecuadamente. A la ciudadanía nos pueden engañar por falta de información, pero a los que se han ganado un prestigio verdadero, seguramente no.

Out los marquetineros, escondidos en su anonimato social en las redes. La tecnología debe ser incorporada indubitablemente para mejorar la calidad de vida social, no para su degradación. 

 

Gracias por su atención.

 

Francisco Alberto Scioscia                                                     

 Aportes e interrogantes ciudadanos, número 82 septiembre 30 de 2018.-                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       

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