4.3  El factor emocional

        Nuestra afectividad actúa como disparador hacia objetivos que nos movilizan. Los niveles de operación se desarrollarán de acuerdo a nuestras capacidades lógicas. Toda actividad humana que implique racionalidad, requiere de estos factores interdependientes: afecto-operación. La observación cotidiana nos indica que cuanto menos nos involucremos con nuestro objetivo, mayor el nivel de perfomance. Así hemos aprendido la importancia de la disociación emocional en nuestra labor, obteniendo mayores niveles de productividad en la misma. H. Wallon, psicólogo francés, aludía a esto de la siguiente manera: el desarrollo humano se construye por estadios. El primero corresponde a emociones básicas ( dolor, frío, calor, saciedad, insatisfacción, placer, etc.), que se modelarán según nuestras experiencias personales. Nuestro desarrollo ulterior adulto, dará cuenta de esa estructuración sensitiva. Pensemos que ante cualquier situación que debemos afrontar y de carácter conflictivo, emerge a nivel piel sensaciones incontrolables, que denotan nuestra peculiar sensibilidad.  Las sucesivas reiteraciones de un mismo proceso irán condensando/controlando, o no, las emociones concomitantes al mismo. El grado de interferencia afectiva estará condicionado tanto por nuestro tipo de actividad como nuestra personal organización del estadio emocional. Quien pueda lograr en su praxis respectiva, transformar a tales emociones en un disparador de conductas logrará el mayor grado de disposición de sus capacidades operativas. Tales capacidades dependerán del desarrollo individual del estadio lógico, del final del proceso evolutivo previo a la joven adultez. Contrariamente, quien no pueda llegar a controlar tal interferencia, operará deficientemente en su labor según el grado de control respectivo, hasta poder llegar a la inoperancia. Un ejemplo clásico de “superación” de sus emociones es el del estudiante de medicina, frente a la dura cotidianidad hospitalaria. La práctica irá paulatinamente controlando su escrupulosidad como angustia, hasta llegar a la criticada insensibilidad del médico hacia el paciente hospitalario. Como define Aristóteles, la virtud es el punto medio entre dos extremos...

El estadio del desarrollo lógico precitado, será el que materialice nuestras futuras habilidades cognoscitivas. En él se logrará el nivel de nuestras capacidades de abstraer, globalizar y sistematizar, que condicionaran nuestra conceptualización ulterior. Wallon, aludía que la coexistencia "simultanea" de nuestra estructuración del estadio lógico con la del emocional, invalidaría la operación en ejecución. Es decir que son incompatibles. Deben actuar separados: el emocional como disparador de conductas y luego, el lógico para operar. Esta secuencia garantiza el mayor nivel de perfomance del sujeto. La coexistencia emoción-lógica, que invalida nuestro accionar operativo, está presente asiduamente. No es privativa de la emergencia, o la reyerta familiar que la caricaturiza. Influye en todo nivel, inclusive el científico. Veamos algunos ejemplos de tal interferencia:

Una cruel experiencia con un animal, nos demuestra la real incidencia de lo emocional en el accionar operativo. Un perro famélico, junto a comida apetecible/necesaria para él dada su privación circunstancial inducida, interponiéndose entre tal alimento y el can una reja cuadriculada de alambre de 2x2 m. Podía verla pero no tomarla, pudiéndolo hacerlo si recorría la extensión de la reja/obstáculo. Iniciado el experimento, este animal centrado frente a la reja, embargado por su hambruna, no pudo resolver el problema que se le planteaba. Compulsivamente trataba de saltarla, lo cual le era físicamente imposible, cayendo finalmente desmayado sin lograr su objetivo. El perro es un animal emotivo, que ha podido desarrollar operatorias complejas en un medio equilibrado. El exceso de presión emocional impidió lograr una operatoria adecuada. Así podemos actuar los humanos en circunstancias de extrema emergencia (naufragios, incendios, etc.). Dos científicos argentinos habían desarrollado un sistema que involucraba sensores, equipos electrónicos, software, etc., que les permitía medir las respuestas más adaptadas en emergencias como las referidas anteriormente. No sé en qué término tal investigación, promocionada en un programa del canal oficial -  ATC- a fines de los 70 (Proyecto 2000/LOZANO). Asociándolo con el progreso tecnológico actual, hubiese resultado interesantísimo extender tales mediciones a las experiencias cotidianas, en las cuales las emociones juegan sutilmente. La coexistencia emoción-lógica, que invalida nuestro accionar operativo, esta presente asiduamente. Influye en todo nivel, inclusive el científico. Solo basta con rastrear la historia del conocimiento. Desde la razón o la experiencia - confrontándose ambas como excluyentes- hasta el surgimiento de su interrelación que las integra, el intelectualismo, transcurrieron siglos... ejemplos por doquier en el campo científico.

 

En definitiva, es el dominio emocional el que nos permite que discriminemos nuestros intereses / deseos, del objetivo deseado/ buscado. Permitiendo así que emerjan nuestras conductas operativas lógicas que tornan productivos nuestros anhelos personales o los que representamos. Diferenciarnos como sujetos del objeto para lograr una operatoria productiva. Podríamos efectuar una discriminación didáctica, no sé si científica, entre sensibilidad y emotividad. A aquella, como la percepción de nuestras sensaciones que actúa como disparador de nuestras conductas operatorias productivas. A emotividad, como los sentimientos que involucra al sujeto con el objeto perseguido, generando conductas deficientes y/o inoperantes, obviamente cuando nos referimos a procesos racionales. Bienvenida sea la emotividad para otros sucesos no racionales...

 

4.4  Una hipótesis tentativa de los niveles de inteligencia