7.3 Integración social

 

Estas organizaciones cooperativas serán consideradas como bien social, acorde a experiencias productivas acontecidas al presente en países que han transitado un capitalismo más benéfico para sus ciudadanos, brindándoles contención social. A su vez se conformaran confederaciones regionales que evaluaran el accionar empresarial de las mismas, como los ajustes necesarios para mantener su nivel de productividad y desviaciones de su funcionamiento tanto en lo atinente al trabajador individual como el todo, en estricta vinculación con las redes socio-tecnológicas respectivas afines a sus intereses y saberes. El nivel político actuará como veedor de estas confederaciones.

 

Tenemos un factor diferencial sustancial: estas organizaciones mutuas se construyen jerárquica y consensuadamente. Es decir que la selección de los sujetos de los cargos superiores serán concordantes con los mayores niveles de idoneidad en su especialidad. Evidentemente, los mayores grados de idoneidad resultan correlativos a los de inteligencia. Quienes trasciendan de lo especifico - su metier- a lo general, incursionarán en lo básico de la naturaleza humana: la integración social. Sujetos que accederán a la conducción de los grados confederados superiores, que se han destacado en su praxis social, consensuado por sus pares y subordinados. Asimismo semillero de quienes tendrán en sus manos - nada menos- que la Administración del Bien Común (ABC de la política). Es decir, nuestro presente y futuro. Consecuentemente, en su ejercicio deben estar los hombres de mayor nivel intelectual, emocional y moral, premisa tan distante en el presente.

 

En general, el descrédito político planetario surge de la escisión entre las bases sociales y sus políticos – más allá de las coyunturas nativas- emergentes de los cuadros partidarios. Estos nada más alejado de los intereses sociales de los ciudadanos por tal disidencia. El gran desafió del presente siglo será la de hallar nuevas formas de articulación armónica y eficaz entre lo social y lo político. Éste, será la extensión del desarrollo social alcanzado. La política no es la actividad humana de mayor calidad, pero sí la de mayor trascendencia en cuanto a lograr cambios sociales coherentes con las demandas ciudadanas.

 

Evidentemente, con un modelo como el descripto nos alejamos de tal funesta escisión, dado que los dirigentes políticos estarán consustanciados con las demandas sociales en virtud de igualdad con la matriz social que representan, restringiendo el margen de error del presente. Éste, corroborado lamentablemente en el ejercicio del poder delegado, circunstancia que ninguna sociedad esta exenta. Debemos transitar de una democracia cuantitativa, que ha servido de control deficiente para el acceso de las tiranías contrarias a los ideales de libertad e igualdad galo, hacia una democracia sustentada no en el número sino en el consenso mayoritario, traducido en las urnas, con reaseguros sociales como los expuestos.

 

Otro factor a revisar es el de los sistemas previsionales/fondos de pensión, que deben ajustarse a otros parámetros que los existentes, permitiendo no ser una carga constante para el erario. La propuesta siguiente debería ser solventada por estudios actuariales, que exceden mis posibilidades. Definir un sistema previsional implica incursionar en la evolución de un ser humano en su lapso de vida; desde su inserción en la vida productiva hasta el fin de sus días. Tal problemática excede a una simple ecuación financiero-matemática, involucrando la calidad de vida deseada por una sociedad.


 

           7.3.1  Una visión más abarcadora que los sistemas 
                    solidarios y de Autoaporte existentes


 

 Los sistemas solidarios, es decir el aporte personal y/o contribución patronal – según modelo - sobre las retribuciones activas, para solventar las erogaciones pasivas ha quedado desvirtuado al ser casi imposible el aporte de 3,5 ó 4 activos sobre pasivos, por múltiples factores, como ser: extensión de la edad poblacional, reducción del trabajo industrial, desempleo, etc. El modelo de autoaporte, acumulando los aportes personales en una cuenta individual, que juega a la timba financiera, dado que depende del valor de las acciones o títulos que el fondo que administra haya comprado y del valor que registra al cese de actividades, no ha sido lo satisfactorio que hubiese deseado, llegando a ser nulo para aquellos sistemas que atan los ahorros previsionales con las acciones de la empresa que trabajan, como paso recientemente con la quebrada ENRON ( una de las empresas multinacionales de mayor volumen en el mundo). Ambos sistemas previsionales fijan una edad mínima para cesar en servicio activo.

 

 Personalmente estimo que debería ampliarse la visión del problema previsional, desterrando el mecanismo de acumulación actual: joven-adulto-tercera edad, para "disfrutar" tal renta al final de nuestros días. Fijar una edad general improductiva para un individuo, no cierra para estas épocas y menos prospectivamente. Los parámetros existentes de considerar al trabajo como una carga y algunos signos físicos propios de la tercera edad - pero no invalidantes- coadyuvan al convencimiento de tal cesación laboral programada. Hoy, el trabajo es el núcleo vital de nuestras sociedades y estrictamente vinculado a la educación en todos sus niveles. A través del mismo,  puede lograrse satisfacer sus aspiraciones creativas, o como medio para lograr otros fines que lo satisfagan, retroalimentando su autoestima. Ni los bienes materiales, ni el ocio, construyen a la misma. Más bien a la extero-estima, identificación o envidia de los otros hacia uno, lo cual no es suficiente. La autoestima surge de las propias capacidades - socialmente aceptadas- para acceder al bienestar.

 

¿No sería más racional compatibilizar ocio-placer con trabajo durante todo el transcurso de nuestra vida productiva (siendo dichoso el que disfrute ambas fases) fijando el limite de la misma exclusivamente por nuestro estado de salud psicofísica? Tanto al cese arbitrario de la actividad laboral, como el morir joven dejando a nuestra familia en la indigencia por no haber acumulado lo suficiente, son perturbadores en el desarrollo del ser humano y su entorno familiar. Una sociedad debe hallar respuestas inteligentes a esta problemática. El trabajo, más allá de ser remunerado o no, debe ser su moneda de cambio independiente de la edad, para asegurar su futuro ante emergencias invalidantes/deceso del trabajador aportante y su grupo subsistente.

         

    Tal propuesta implica una revisión de la utilización de los recursos humanos en el presente. En una película americana de los '90, a un hombre maduro - actor mayor venido a menos- disfrazado de Drácula en un shopping, le preguntaban si el terror de sus épocas era igual al del presente, a lo cual respondió que no. Terror hoy es: tener más de cuarenta años, estar sobrio en la madrugada y sin trabajo. Demasiado habitual, sin discriminación de niveles y países. Un joven gerente atosiga a un hombre maduro desplazado, que vislumbra su inmediato futuro de terror. Uno podría argumentar que imbécil este joven ejecutivo, mañana será él el despedido. Soberbia, negación o como se llame, nos impide una adecuada proyección futura. Pero no bastaría con una reflexión autocompasiva proyectada, debemos ser más abarcadores, que incluya a la misma, superándola.

         

Resulta paradojal observar que los lideres de las grandes corporaciones tienen mucha más edad que los que son despedidos por la misma, medida o no su trayectoria. Aún más si consideramos algunos de los gurúes que avalan expresamente o con su silencio tal política discriminatoria, que con su edad en el mundo occidental deberían estar "muertos". Nunca pude saber ciertamente cuáles son las verdaderas causas de tal discriminación, que no se explicitan por compasión general o particular. Estimo que las razones deben ser múltiples: por desactualizarse; por no haber llegado a la cima como sus verdugos; o será que para ser productivo se debe ser joven. Cualesquiera que fuere la causa nos indica que aún los humanos no hemos aprendido a utilizar nuestros recursos,  según edades y maduración  ( por lo menos lo observado en occidente). Deberíamos revisar el modelo oriental, que no desdeña al anciano y sus saberes. Será clave exigir lo que pueden dar: experiencia en el ahorro de esfuerzo. Exigirle a un plomero de 60 años o más el ritmo de un joven, sería necio. Trabajando juntos se integrarán complementando productivamente sus aportes (ritmo/eficiencia). Pero ello involucra una postura inducida externa socialmente para lograr tal compenetración productiva. Conocemos muy poco de las mañas achacadas a los viejos, como de la necedad de los jóvenes. La realidad impone cambios en la conducta humana, más allá de cualquier factor interviniente…

         

Años de avance tecnológico nos han hecho comprender la importancia de la educación y actualización permanente, pero aún nos falta el conocimiento de nuestra maduración como humanos. Tal limitación nos impide una comprensión de estos fenómenos que nos perturban cotidianamente. Reitero: no se puede soslayar un problema porque no sepamos como resolverlo individualmente. Hay formas que exceden lo personal, que requieren de estudios multidisciplinarios del más alto nivel, con sensibilidad social incluida.

        

       Un ejemplo: leía con regocijo una experiencia japonesa: habían integrado un geriátrico con un jardín/guardería, con óptimos resultados. Los ancianos brindaban serena contención y los niños felices. Puede ser extremo, pero para reflexionar... O las experiencias de Miami, que teniendo el problema por ser una ciudad predominantemente longeva, resolvió  utilizar a los ancianos como cajeros o chóferes de micros. Un problema una solución...

 

Último punto: Consideraciones Finales 

                

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