Evolucionando hacia una conducción colectiva

 

Alfonsín, Menem, porque no De la Rúa. Todos sin excepción apenas ratificaron su mandato tras el primer acto electoral, tendieron a extender su aspiración a uno nuevo . El senador radical García Arecha, en un comunicado elogiando a su correligionario por los cinco meses de gobierno y sus logros, ratificado por la elección porteña con un importante 50% de la Alianza, estimo que no debe engañarse a la gente, dado que el camino es largo y requiere más de un periodo presidencial para el actual presidente, ergo: DELARUA 2003 ¿ Esta mal tal aspiración de postergar su mandato de todos los PEN? ¿ Será que tanto es lo que hay por hacer que implica una necesaria extensión del lapso presidencial? ¿ O el poder por el poder mismo que los induce a pedir más?  En fin, podría ser la conjunción de todas, dado que estos hombres y su entorno se han preparado por siempre para ello y el cargo del PEN es lo máximo a aspirar. El siguiente puede ser el vacío, o el premio consuelo como tuvo Alfonsín y el afianzar la democracia, o Menem y su triunfo frente a la hiper, pero nada más. Poco para estar aun insertos en el aparato político. Suficiente para la historia... Francamente, De la Rúa no pinta para pasar a la historia como estadista, sino como fue calificado por algún correligionario: un demócrata, que para nuestro país es bastante, pero no basta.

         Tras estas ansias de más, percibo una tendencia que parece incomprensible a esta altura de la evolución y experiencias humanas: el carácter unipersonal de la conducción y lo pernicioso de su incidencia, ni aún considerando el sistema parlamentario de primer ministro o similares que se mantiene sin limitar el personalismo que induce tal poder centralizado. Siempre puede haber excepciones, pero en una evaluación histórica no hay ejemplos que avalen la misma, independiente de la calidad intelectual del conductor. Estos están sujetos a presiones a veces insostenibles que exceden razonablemente a su propia capacidad. Asimismo, nadie puede negar la incidencia del entorno, dado que este, mayoritariamente juega a sus propios intereses, personales ( no excluir la obsecuencia por sí) y/o sectoriales, concientes o no. Además hay una relación asimétrica con el jefe, lo cual distorsiona aún más la relación, impidiendo un dialogo de igual a igual, base de toda relación equilibrada. Callarán o hablarán según sus intereses y/o convicciones. Así les puede ir, siendo el silencio más negocio.

Variar tal estructuración unipersonal a una colectiva no tendría sentido en las actuales reglas del juego. Sería imponer un criterio que nadie asimilaría por propia convicción, producto de su formación. Esto es válido también para el ámbito privado, en el cual no se vislumbra un CEO colectivo. Aunque ello no suceda, estimo que un buen top debe asumir una conducta de coparticipación en la conducción, reservándose la decisión final cuando fuere necesario. Y este nivel de condominio dependerá de la calidad de los miembros, que también deben aceptar tal interrelación como productiva. Este modelo debe ser extensivo a los otros niveles de la organización, haciendo escuela, única forma de garantizar  tal modelo. Ser, no parecer.

 Los personalismos, fructíferos otrora, hoy no tienen su razón de ser. Es tal el grado de complejidad - léase la cantidad de variables intervinientes-  de una organización que pretender que una persona las capte en su totalidad y opere acertadamente sobre ellas es ya utópico. El riesgo es simplemente ampliar los márgenes de error. Si no han cambiado las estadísticas cualitativas, las empresas con mayor éxito eran las que se transformaban en poco estratificadas, con participación vertical y horizontal, trabajando en equipos disciplinarios e interdisciplinarios. Estimo que partir hacia la conducción colectiva en lo estratégico es aún demasiado innovador. Los resabios del personalismo, extremadamente presentes en quienes tienen que tomar tal decisión, son aún fuertes, aunque las evidencias contrarias al personalismo son más grosas para decretar su extinción. La supuesta falta de celeridad que puede achacárseles a las decisiones de un órgano colectivo depende de la calidad de los miembros que la componen, que generalmente no comprenden las cualidades de una organización plural. Es decir, actúan mentalmente como individuos forzados al rol grupal . Prepararse para actuar en grupo, implica aceptar el disenso. En fin, al otro disímil a uno. Desprenderse de los intereses personales, asumiendo los de la organización. Como humanos esto no  es siempre posible, por diversas causas ( personales, de formación, etc.). Siendo el equipo que interviene detectando tales falencias y corrigiéndolas, dado que es poco probable que mayoritariamente los integrantes del cuerpo colectivo, comprensores  y equilibrados emocionalmente, ingresen en una actitud personalizada, de la cual nadie esta exento.. La subjetividad es inherente al ser humano, la objetividad nos trasciende solo asequible en el ámbito del trabajo en equipo. Esta es la mayor virtud del mismo, potenciada en equipos interdisciplinarios -propios de la conducción grupal aludida- en el cual se amplifica la diversidad de enfoques y la detección del factor humano perturbador, tanto en lo atinente a la información como a la conducta personalizada por razones emocionales. En fin, un medio idóneo para ejercitar un nivel de maduración humana: la coparticipación y cooperación entre miembros orientados hacia un mismo fin.

Por propia naturaleza, cuando ingreso en divagues buscando respuestas a mis interrogantes - que generalmente son de la mayoría- genero aportes consecuentes, limitado a mis posibilidades intelectuales. En oportunidad de desarrollar mi ensayo, solo pude concretarlo cuando esboce la hipótesis de una organización IDONEA y cómo debería plasmarse la misma en el seno social, recurriendo a una Red-Sociotecnológica informativa e intelectual de integración multidisciplinaria. De su praxis, surgiría una organización conducida en forma colectiva, que resultaría enriquecida o superada en tal accionar.  Sería un modelo a seguir -estimando su éxito- por las organizaciones sociales, de cualquier naturaleza, sustentado en la solidaridad e idoneidad.

 Sigo pensando que es una buena idea, nada me hace suponer aún lo contrario, aun mi soledad en la propuesta.     

Los directorios o la estructura judicial que al nivel de Cámara/Corte es colectiva, pero que ambos modelos no actúan generalmente en forma productiva grupalmente, tendiendo más a la representación corporativa como factores de equilibrio de poder que operativamente como lo es esta propuesta.  

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia    
   www.redsoleido.com.ar número  20 del 26/05/2000