En cualquier cargo vacante de una organización, su historia definió una idoneidad para el mismo, producto de las peculiaridades de los sujetos que anteriormente lo ejercieron y las circunstancias que les sucedieron a los mismos. El nivel denotado por los políticos en sus cargos, nos impide utilizarlos como marco referencial positivo. Debemos recurrir a un análisis en abstracto que defina la idoneidad del político.

                Siendo la actividad política la de mayor trascendencia social,  requiérese para su ejercicio el mayor nivel de idoneidad. Dado el carácter general de la política, no podría definirse una especialidad como afín exclusivamente. Tal amplitud nos remite a lo que se denomina inteligencia adaptativa: pensamiento comprensivo y un acabado equilibrio emocional, independiente de su profesión. Un político esencialmente debe comprender inequívocamente las demandas de su sociedad, como mandato. Tal sensibilidad social - léase sentir a nivel piel sus carencias- deberá actuar como disparador de las conductas idóneas para resolver tal problemática.

                Un político de actualidad, expreso en una oportunidad que su asesor no lo había orientado correctamente ante respuestas negativas de la gente. Aquel entrevistaba a la gente en los colectivos, recibiendo ocasionalmente algunas descortesías en tales incursiones, detectando su persistencia los lunes a la mañana. Achacaba a su oráculo personal el no haberle sugerido la supresión de tales incursiones los días lunes, dado el fatídico humor de comienzo de semana. Más allá de la veracidad de la apreciación ¿ Habrá trabajado alguna vez? Dos periodistas top, de fluido contacto personal con el presidente, dialogaban ante cámaras respecto a que Menem no podía lucir corbatas costosísimas, superiores al salario medio; que debía comprender que era un factor de irritación popular, como así su entorno deportivo-farandulero. Nuestros actuales políticos requieren de la información provista por encuestas, estudios, elaborados por especialistas para captar la problemática social y así, encarar su accionar proselitista o de gobierno. Quien pretenda ser un político idóneo debe comprender esos fenómenos en comunión-identificación con las expectativas sociales. Ser un emergente de las mismas para su satisfacción. Los estudios podrán servir para constatar el grado de tales situaciones, pero difícilmente su causalidad.  

Todo ciudadano construye su conciencia colectiva en un proceso continuo. Cotidianamente recibe información múltiple y el sentimiento concomitante que le produce tal información (estupor, indignación, decepción, indiferencia, simpatía, euforia, alegría, etc.). Obviamente la misma sufre un proceso selectivo, prevaleciendo las de sus intereses particulares y las de carácter general, incluyendo su participación como ciudadano. Así, retenemos gran cantidad de información/sentimientos, en estado latente, expectantes. Es decir, expectativas que quieren ser satisfechas, como una necesidad de descarga energética de los sentimientos concomitantes. La información puede perderse o diluirse, pero el sentimiento no. Nos carga. Pensemos cuando formamos un concepto cualesquiera: éste es una construcción temporal, de igual forma que la conformación de la conciencia colectiva. Cuando debemos explicitar un concepto, olvidamos los detalles informativos que lo generaron, recordando el filtro intelectual/sentimental operado. Cuan difícil nos resulta rememorar cuando se nos exige precisión sobre nuestra formulación conceptual y los hechos que lo coligieron. Algo así cuando recordamos lo agradable que nos resultó una película o  un partido de fútbol, reteniendo prioritariamente el sentimiento placentero, que el detalle del evento; el cual estará en nuestra memoria pero necesita ser rastreado/activado. Es decir, que el sentimiento acumulado generalmente predomina sobre la información. Cuando su acumulación es negativa, es una sensación desagradable. Cuando una acción de gobierno recibe la aprobación unánime, los medios aluden a que las expectativas concomitantes han sido  colmadas/satisfechas. Experiméntase una sensación de alivio de tales descargas. Fenómeno de transmisión uniforme colectiva, percibida por uno-todos simultáneamente e inequívocamente... (difícil de definir con palabras).

                En este proceso expuesto se maceró la conciencia social relativa al accionar de nuestros políticos. Debemos aunar una doble fuente informativa: lo que ellos hacen o dicen diariamente y lo dicho por analistas políticos sobre ellos. La falta de reacción pública manifiesta, no es sinónimo de dilución de las conductas objetables - propias o achacadas- y no convincentemente rebatidas. No pasan al olvido, quedan en nuestra mente individual/colectiva. El tiempo imprecisará la información provista, pero los sentimientos frustrantes se acumulan a los precedentes, y así los seguros del futuro.

                El consenso social que requiere un político idóneo, exige una lectura comprensiva de esas expectativas sociales. Es la que garantiza su idoneidad. Ser un representante de esa sociedad, no hacer de representante, digiriendo información provista por otros, que involucran tanto el interés de los mismos como sus errores profesionales. Cuando un político hallase consustanciado con su comunidad, poco importa la ropa o el automóvil que use, si logra trasmitir cabalmente su representación. Al reverdecer el peronismo en la década del '70, un análisis editorial del diario independiente/intelectual de la época, aludía al fenómeno justicialista, referenciando un hecho característico en sus dirigentes: que éstos podían ingresar a una villa en un imponente Mercedes - y lo hacían- sin recibir ningún tipo de agresión por tal ostentación/desigualdad. Ningún liberal se hubiese atrevido a tal desafío (no lo hicieron). En mi juventud adherí al justicialismo por este hecho. Podía achacársele cualquier etiqueta a los objetables representantes peronistas de aquella década, pero no su falta de identificación con los más necesitados. Ello es percibido/transmitido naturalmente, sin márgenes de error; en una villa fingir lo que se transmite a nivel piel/gesticular puede ser grave... Reitero fue en los '70, hoy no me atrevería a asegurar idéntica suerte que otrora. Tal incertidumbre, como mi desarrollo personal, desistió de mi lealtad. Conformando uno más de los espectadores sociales sin partido con quien identificarse. Para jugar al carnaval hay que disfrazarse y no sirvo para hacer de...

                En definitiva, no basta con la sensibilidad, debe tenerse un nivel de comprensión social. Las expectativas generales exigen respuestas adecuadas y satisfactorias a  nivel de acción. Sensibilidad social e imaginación productiva. Además cuando el rango político sea más trascendente, requerirá mayor nivel intelectual. Pensemos en esa formación de expectativas que aludimos, no tienen por qué ser las más adecuadas. Pueden emerger de información parcial y/o distorsionada intencionalmente. Aunemos tiempo de emergencia. En tales casos los políticos deben captar ese estado confusional y emitir mensajes de claridad a la ciudadanía, instalando nuevas expectativas orientadas positivamente. Tranquilizando, conteniendo a la sociedad sin no hay soluciones satisfactorias. Solos quienes posean una comunión con esa sociedad y un nivel intelectual apropiado, podrán lograrlo. Disculpen el pesimismo, pero es factible (Malvinas, Pascua carapintada, Tablada, tequila, cólera, etc.).

 

(transcripción del ensayo "Hacia una Nueva Idoneidad Política",1997, punto 2.5) 

    

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia
 www.redsoleido.com.ar   número  9   del: 24/12 /99.                  letter.gif (161 bytes)