Esta propuesta reformista sería utópica si para llevarla
a cabo implicase recursos monetarios faraónicos, incluyendo importar expertos
para asumir cargos, comprar hardware en el extranjero, software
llave en mano o construir nuevos edificios. Decíamos que resultaba contradictorio
que contando con recursos no pudiésemos lograr niveles de productividad
que satisficieran las demandas sociales.
Esta estructura pública actual es un
híbrido, que por más modificaciones que se le ejecuten es irrecuperable.
Tanto el operario (el nivel político) como la herramienta (el estado) no
responden al objetivo a satisfacer (cumplir con la sociedad).
En fin, para lograr un estado
productivo, base de un país que debe dejar de ser “bananero”, debemos
cumplir con ciertos requisitos indispensables: una clase dirigente
coherente con tal misión, que excede a este
trabajo , que incluiría una reforma pública trascendente y factible como la
propugnada, totalmente perfectible, recurriendo al potencial del seno social
para lograrlo.
En definitiva dejar de ser un país con recursos pero pobre y asimismo de
ser una incógnita para el mundo por tal fracaso. Como decía Ortega y
Gasset: “ Argentinos a las cosas”y podemos, pues tenemos el "saber
hacer".