Desarrollo personal: Hacia Una conciencia simétrica ( III, final)*

 

            Al llegar a los treinta años y con más de diez de servicios, había logrado un profundo y pormenorizado conocimiento de todas las tareas departamentales de mi competencia. Igualmente la problemática de otros departamentos que afectaban mi área y las externas, que fueron siendo abarcadas y solucionadas. El nivel de eficacia era bueno  y no comparativamente con el estado, sino en general, pero insuficiente. Los sistemas administrativos diseñados para lograr tal eficacia, se tornaban factibles de caerse por fallas humanas, habituales/normales que complicaban los procesos. Había desarrollado en equipo sistemas racionales, gracias a la persuasión de que con el mismo esfuerzo diario, lograríamos mejores resultados.

            Corrían los '80. PAN AM introduce la venta de pasajes aéreos internacionales por computadora, entre múltiples ciudades planetarias interconectadas. Durante años había  trabajado con un centro de procesamiento estatal  externo: una impresora y calculadora volumétrica. Pero esa novedad me produjo un insight: la interactividad y su pasmosa velocidad en la transmisión de datos. Soplaban vientos de informatización en el Estado. Con aval en el Directorio y contactos en la Secretaría de Informática, dirigí todo mi esfuerzo a sí era factible automatizarnos institucionalmente, en los términos expuestos. Otra vez punto, sabía lo que quería pero desconocía como. Trabajé con expertos públicos y privados. Logré el estudio de factibilidad respectivo. Ulteriormente el pre-pliego de bases y condiciones, licitación del hardware. Durante todo este proceso actué como apoyo técnico-administrativo (informes, presupuestos, transcripciones, traslados, un che pibe de categoría). Aún todo ese training no lograba un nivel de entendimiento, para acceder a su comprensión. Un hecho circunstancial aceleró este proceso. Tuve que cambiar mi estrategia y asumir responsabilidades, aunque no estaba en el nivel de conocimiento deseado. Uno de los profesionales contratados para la selección de ofertas, de sobrada experiencia en el  tema, me comunica que las ofertas no se ajustaban a nuestros requerimientos, por lo cual deberíamos desistir del acto licitatorio (léase: otro nuevo). En tal momento, un sudor frío, cristalino recorría mi cuerpo (lipotimia). Solo pensar en el papelón que implicaría desmayarme y lo costoso que implicaría levantar mi abultado cuerpo, me hizo controlar lo que ya me parecía incontrolable. Conclusión: ya no podía delegar más. Rememore todo el proceso previo. Como podía ser que habiendo armado el pliego para favorecer a una firma top por su confiabilidad, no podía ajustarse a nuestras exigencias. Yo había participado pasivamente en todas las reuniones evaluativas. Así que comencé a investigar por mi cuenta,  recurriendo a los técnicos de las otras firmas involucradas en la licitación. Descubrí lo que temía: ni nuestros técnicos ni los de la firma habían tomado los recaudos suficientes para no cometer errores en las evaluaciones del equipo. Así hubo errores internos y externos. El sector privado había cometido los suyos y gruesos, habiendo en 1984, unos 700.000 dólares en juego. En oportunidad de confeccionarse el pre-pliego de bases y condiciones, remitimos a todas las firmas de plaza el mismo, con el objeto de testear objeciones ulteriores. Cerrado este proceso, se confeccionó el pliego definitivo, llamándose a licitación. Dos días antes del cierre de presentación de ofertas, la firma top internacional, que sabía de nuestras preferencias no había comprado aún el pliego. Tuve que comunicárselos telefónicamente, se les había pasado (se publica en el Boletín Oficial). El día anterior a la apertura de ofertas, el representante de la potencial ganadora, me solicita que cambie los requisitos del pliego, pues se excedían con relación al precio de las rivales. Con algunos retoques se solucionaba. No lo hice, era muy poco serio. En la preselección previa a la pre-adjudicación, trataron de convencerme que aun su mayor precio, era menor pues la ley de contabilidad les obligaba a cobrar a los cuarenta días hábiles posteriores a la prestación mensual y su cotización era en pesos. Las otras en dólares con una hiperinflación galopante. Con las cuentas en mano, realmente eran más baratos y así habían ganado en varias reparticiones públicas ** . Además había que omitir algunas deficiencias técnicas que no cumplían. Demasiados errores públicos y privados. Como una empresa con departamentos exclusivos para el Estado y habiendo tratado con el jefe departamental, podía cometer tantas desprolijidades. Así que asumí un rol activo, comandando el proceso, adjudicando al que se había hecho las cosas correctamente. Por años brindaron satisfactoriamente las necesidades institucionales.

            Tales circunstancias, angustiantes en varias oportunidades, sumado a que tuve similares inconvenientes en la licitación del software hicieron desarrollar mi personalidad aceleradamente. Pasé a sentirme par, no ya más punto, en todos los procesos atinentes a la organización institucional, transfiriéndolo a mi vida. Había accedido a una conciencia simétrica, que le permite a uno sentirse capacitado para aportar algo, que no todo esta preestablecido e impuesto, cualquiera fuere su origen.

            Mi experiencia laboral precedente, había cercado mis posibilidades. El limitado marco de acción de una gerencia de operaciones y quince años en su ámbito, determinaron un acabado conocimiento general y particular de la misma. Asumir la informatización de la institución me obligó a conocimientos más abarcativos/globales, que exigieron un cambio en mi metodología de abordaje. Consolidado este proceso, luego de años de labor y con relativo éxito, me llevó a nuevas conclusiones: la información calificada que acumulamos será válida si la sabemos aplicar en el momento adecuado. No basta con poseerla. Léase: criterio - síntesis de equilibrio emocional e información pertinente- imprescindible para el éxito de cualquier emprendimiento. Finalmente pude definir mis habilidades, concordante con mis anhelos: integrador de conocimientos, ni psicólogo ni informático. Ya no necesitaba conocer pormenorizadamente cada aspecto técnico a mi cargo. Bastaba con saber el producto del  su rol en el conjunto. Como un director de orquesta no necesita saber tocar cada instrumento que compone la misma. Del mejor nivel de integración de cada instrumento -ejecutado adecuadamente-en relación al conjunto, emergerá la calidad del producto deseado. La integración de las partes constituye el todo.

            Estimo que mi ecuación personal, aunado a mis estudios universitarios y el alto training laboral experimentado, ejercitaron adecuadamente mi innata capacidad para abstraer, globalizar y sistematizar el conjunto organizacional en el cual me desempeñe. Captar un todo, verificar la coherencia de cada una de las partes del mismo, es un largo proceso de ajuste entre lo particular y lo general, base que permite esquematizar la comprensión. Es decir, dar un salto cualitativo en nuestro desarrollo intelectual que nos facilita trascender de nuestra propia especialidad hacia conocimientos de carácter general más abarcativos, inherentes a la naturaleza humana.

            Cuando se dan las posibilidades, bagaje individual y contexto, es factible alcanzar tal nivel. Pero el usufructo del mismo esta condicionado a su ecuación personal (trascendiendo una decisión circunstancial sino consecuencia de su propia historia). Estimo que para aquellos que utilizan esa mayor capacidad para su propio beneficio, la adecuación organizacional resultará de un equilibrio transaccional entre los objetivos institucionales que representa y sus intereses particulares, prevaleciendo  estos. En aquellos, cuyos intereses personales están soldados/compatibilizados con los de su organización, prevaleciendo éstos, la adecuación equilibrante estará condicionada a que en el desarrollo de su labor puedan alcanzarse las metas institucionales, incluyendo los beneficios personales que tales logros implican.  Es decir, como decían nuestros mayores, por añadidura. En tales casos, entre los cuales me incluyo, cuando se cercenan las posibilidades aludidas surge un desequilibrio en su adaptación institucional, difícilmente tolerable. Tal situación, sufrida en los últimos años en el estado, implicó/aceleró mi retiro del mismo. Tanto mis afectos como coherencia personal, determinaron el cierre de tal ciclo laboral con un proyecto que bosquejaba una organización institucional productiva, síntesis de mis experiencias en la materia: finalidad, financiación, equipos de trabajo, tecnología, interrelación pública/privada y mutual. Sentía una doble sensación: la del deber cumplido y la de hacerlo en vano. Y lo fue. Los cambios directivos y las políticas lo presagiaban. Solo me queda el recuerdo satisfactorio del comentario que me hizo la mejor empleada institucional, luego de leerlo: "estabas inspirado" en un tono sin efusividad. Había captado ese doble mensaje, del cual también sabia/padecía. Nada que explicitar...

            Quisiera destacar, que aun todo lo expuesto y valorizado de mis cualidades, siempre he tomado con recelo a lo personal. Creo que lo único propio como individuos es nuestra piel, a través de la cual gozamos/sufrimos y por tal sensibilidad, nos merecemos el respeto como humanos, más allá de nuestro bagaje personal (innato/adquirido, determinante de nuestros actos y pensamientos). Somos productos de nuestras circunstancias, que nos dejan su impronta y que nos exceden. En este ultimo tramo de mi vida, me quedará develar si tales circunstancias externas, incluyen o no, un destino.

 

(  * trascripción parcial del capitulo IV del ensayo "Hacia una Nueva IDONEIDAD POLÍTICA", parte III, final)

 

**  Días después de no considerar tal análisis de costos surgió el plan Austral, frenando bruscamente la inflación, desvirtuándolo totalmente.

 

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia
     www.redsoleido.com.ar número  14 del 03/03/2000                      letter.gif (161 bytes)