1.2 Limitaciones en el conocimiento científico del
hombre.
A tal
limitación en las ciencias humanísticas debemos añadir sus severas dificultades
actuales de reproducir artificialmente las conductas de los hombres en
la coyuntura y contexto original, individual o colectivamente; o utilizar
animales superiores que permitan traspolar sus conclusiones al hombre (no hay desarrollos similares), harán entendible las limitaciones en el campo experimental,
que “justifican” lo tardío de su progreso. Invertir en Investigación y Desarrollo en las
ciencias del hombre y su interacción social debe ser prioritario, dada su
ulterior incidencia en el seno comunitario. Realmente un punto ciego, ya que
resulta inexplicable que siendo el hombre el núcleo de cualquier
proceso - directa o indirectamente- se tenga tan pobre conocimiento de
sus propiedades. Resultaría razonablemente inabordable cualquier proyecto,
fuere cual fuere su índole, en el cual no se tenga dominio sobre las
propiedades de la materia prima involucrada...
Cotidianamente padecemos de una contradicción insuperada al momento:
aspiramos a que los cargos de mayor responsabilidad social estén en
manos de quienes ostenten niveles de idoneidad acordes, pero obviamente no
es así. Tenemos el problema pero no su solución ¿Cómo soslayar los factores expuestos que
subordinan cualquier otro que nos acontece? Simple: como
humanos omitimos considerar todo aquello que nos supera. Como en nuestra
vida privada, todo lo trascendente que omitimos hoy, por excedernos, luego, nos
vuelve con mayor virulencia...
Que no hallemos respuestas adecuadas no implica que los problemas no existan. Omitirlos es un pésimo negocio
humano.
La subjetividad es inherente al ser humano. Y tales limitaciones se agudizan aún más cuando la comprensión del hombre se referencia a aspectos conflictivos de su naturaleza como son la inteligencia y/o sus emociones. Estas argumentaciones explicarían el atraso aludido, pero no la justifican. La respuesta podría orientarse a que el mercado no tiene interés alguno en mejorar la calidad de vida humana sino hay un "negocio", traducido en medicamentos o servicios rentables corporativos. Difícilmente se logre una droga normalizadora de las anomalías emotivas/cognitivas: exigiría mucho tiempo y dinero sin garantía de éxito... Si definir niveles de inteligencia es conflictivo, tanto para nuestra autoestima como nuestros intereses ( dado que reconocer que otro lo es más, nos puede costar una oportunidad de cualquier índole), enfrentar a nuestras incontrolables emociones - manifiestas o no- es terriblemente más complicado. Ergo, también mucho más postergables: ¿Quien quiere enfrentarse con su lado oscuro?
Pensemos
en los famosos Bill. Uno, el empresario
conocido más rico del planeta, que no debe estar pasándola bien con el jaque
judicial a Microsoft y el cambio progresivo de los
parámetros del juego que el mercado electrónico fija. Estos trascienden a los
postulados liberales de supervivencia y competencia ya no tan ineluctables, en los cuales solvento su imperio. Que bien le vendría
un mayor conocimiento de sus emociones que le permitieran enfocar inteligente
tal conflictiva. Si es un adicto al no perder - tan arraigado en los empresarios de su fuste- le resultará
imposible vislumbrar una salida adecuada que compatibilicé (léase satisfaga)
sus intereses y los de la sociedad planetaria. Como dice su amigo Negroponte: “vive frustrado”.
Claro, GATES tiene recursos materiales infinitos para hallar, si quiere,
los terapeutas más sofisticados que puedan ayudarlo, aunque estos tampoco están
exentos de las severas limitaciones del presente en su profesión. El otro Bill,
nada menos que el ex-Presidente de la mayor potencia
mundial, en pleno auge en la era global, no pudo y no creo que hoy
pueda, controlar su adicción "oval". Resulta sorprendente escuchar a inexpertos en
materia psicológica - y
algún experto connivente, político o en adicción- que tal compulsión
no afecta sus dotes de estadista que tan bien llevaba, hipótesis no
comprobable. Asimismo que no se va a hacer público nada que afecte su
ex-investidura, ni él ni su familia tampoco. Tales afirmaciones corroboran el mecanismo de negación/disociación de todo los que nos resulta
conflictivo/oscuro en nuestras vidas. En fin, es contradictorio que siendo tan necesario y
vital para los hombres - los
ejemplos nos refieren a que no habría exclusiones- incentivar el
estudio de las ciencias del hombre y su inserción social, la conflictiva de
la misma tendería a su postergación: simplemente, dejándola en manos de los
cientistas existentes y que la suerte les depare avances considerables... Ello
poco probable, no por la calidad de los mismos sino por los recursos
disponibles - considerando la implícita interacción multidisciplinaria
necesaria- que obviamente exceden a sus propias posibilidades
incrementarlos. El nivel de complejidad de posguerra, generado por la
irrupción de gran cantidad de conocimientos de las más variadas disciplinas
hace que se hayan licuado los genios de otrora, que
pudieron vislumbrar soluciones que sustentaron el desarrollo aludido de mitad
del siglo 20 en adelante. La investigación actual
implica la labor interdisciplinaria para que sea fecunda y orientada, no
librada a la suerte. Esto sin eludir la
imprescindible investigación en ciencia básica sustento de esa acción
interdisciplinaria productiva. Así se han logrado avances extraordinarios en
telecomunicaciones e informática bajando costos que sirven de base a otras en
el campo de la medicina, biología, farmacología, etc. Requiérese un profundo
incentivo en el estudio de las ciencias sociales y del hombre, que permitan
integrar todos estos avances que dejan atrás al actor principal: el ser humano,
cada vez mas fragmentado en consumidor, ciudadano,
usuario, etc. por las propias limitaciones del conocimiento del mismo.
Dejar en manos del dios-mercado tal desarrollo
científico sería una necedad. Esta salida, eminentemente fundamentalista,
es el comodín a todas las incertidumbres
que las postulaciones liberales no pueden afrontar/ vislumbrar/ solucionar,
por las propias limitaciones del marco conceptual de su doctrina, ni contar con
MANDRAKE, MERLIN ni COPPERFIELD en sus filas...