1.2 Limitaciones en el conocimiento científico del hombre.

  

Las ciencias humanísticas tienen en este nuevo milenio una responsabilidad aún mayor que el resto de las disciplinas científicas más experimentadas. Éstas han alcanzado un inusitado progreso en el siglo 20, determinando un mayor retroceso comparativo en las ciencias del hombre y su inserción social, que el acontecido previamente. Ser juez y parte resulta un enigma de difícil dilucidación para los humanos. Ser objetivo en el análisis de su propia naturaleza parece un fin lejano a sus recursos actuales, o inalcanzable por su propia conformación psico-física. Según H. Wallon - psicólogo francés- cuando las emociones y el pensamiento emergen simultáneamente invalidan las conductas operativas consecuentes. Contrariamente, cuando la emoción actúa como disparador del pensamiento, aseveración que desarrollaremos en el punto 4.3. Tal interferencia es imperceptible para el sujeto, llevándolo a racionalizaciones teñidas de emociones inconcientes para el mismo, acorde a la definición freudiana - su hija Anna lo sistematizó – de los mecanismos de defensivos del YO, entre los cuales se encuentra comprendido el aludido previamente. Clara y frecuentemente observable en cualquier nivel humano - incluyendo el científico- denominado en términos psiquiátricos pensamiento catatimico y de mayor gravedad en aquellos que se defienden intereses personales con argumentos racionales interferidos emocionalmente como el ejemplo aludido en el punto presente sobre el funcionario galo aludido en el subpunto 1.1. Esta última acepción, de mezclar bolsillo, afecto y razón falaz consecuente, debería tener un nombre propio - diferenciándose a la de racionalización- dada su terrorífica manifestación, como así su “detección precoz” para salvaguarda humana, como un signo de vade retro eficaz.

A tal limitación en las ciencias humanísticas debemos añadir sus severas dificultades actuales de reproducir artificialmente las conductas de los hombres en la coyuntura y contexto original, individual o colectivamente; o utilizar animales superiores que permitan traspolar sus conclusiones al hombre (no hay desarrollos similares), harán entendible las limitaciones en el campo experimental, que “justifican” lo tardío de su progreso. Invertir en Investigación y Desarrollo en las ciencias del hombre y su interacción social debe ser prioritario, dada su ulterior incidencia en el seno comunitario. Realmente un punto ciego, ya que resulta inexplicable que siendo el hombre el núcleo de cualquier proceso - directa o indirectamente- se tenga tan pobre conocimiento de sus propiedades. Resultaría razonablemente inabordable cualquier proyecto, fuere cual fuere su índole, en el cual no se tenga dominio sobre las propiedades de la materia prima involucrada...

  Cotidianamente padecemos de una contradicción insuperada al momento: aspiramos a que los cargos de mayor responsabilidad social estén en manos de quienes ostenten niveles de idoneidad acordes, pero obviamente no es así. Tenemos el problema pero no su solución ¿Cómo soslayar los factores expuestos que subordinan cualquier otro que nos acontece? Simple: como humanos omitimos considerar todo aquello que nos supera. Como en nuestra vida privada, todo lo trascendente que omitimos hoy, por excedernos, luego, nos vuelve con mayor virulencia... Que no hallemos respuestas adecuadas no implica que los problemas no existan. Omitirlos es un pésimo negocio humano.

La subjetividad es inherente al ser humano. Y tales limitaciones se agudizan aún más cuando la comprensión del hombre se referencia a aspectos conflictivos de su naturaleza como son la inteligencia y/o sus emociones. Estas argumentaciones explicarían el atraso aludido, pero no la justifican. La respuesta podría orientarse a que el mercado no tiene interés alguno en mejorar la calidad de vida humana sino hay un "negocio", traducido en medicamentos o servicios rentables corporativos. Difícilmente se logre una droga normalizadora de las anomalías emotivas/cognitivas: exigiría mucho tiempo y dinero sin garantía de éxito... Si definir niveles de inteligencia es conflictivo, tanto para nuestra autoestima como nuestros intereses ( dado que reconocer que otro lo es más, nos puede costar una oportunidad de cualquier índole), enfrentar a nuestras incontrolables emociones - manifiestas o no- es terriblemente más complicado. Ergo, también mucho más postergables: ¿Quien quiere enfrentarse con su lado oscuro?

Pensemos en los famosos Bill. Uno, el empresario conocido más rico del planeta, que no debe estar pasándola bien con el jaque judicial a Microsoft y el cambio progresivo de los parámetros del juego que el mercado electrónico fija. Estos trascienden a los postulados liberales de supervivencia y competencia ya no tan ineluctables, en los cuales solvento su imperio. Que bien le vendría un mayor conocimiento de sus emociones que le permitieran enfocar inteligente tal conflictiva. Si es un adicto al no perder - tan arraigado en los empresarios de su fuste- le resultará imposible vislumbrar una salida adecuada que compatibilicé (léase satisfaga) sus intereses y los de la sociedad planetaria. Como dice su amigo Negroponte: “vive frustrado”. Claro, GATES tiene recursos materiales infinitos para hallar, si quiere, los terapeutas más sofisticados que puedan ayudarlo, aunque estos tampoco están exentos de las severas limitaciones del presente en su profesión. El otro Bill, nada menos que el ex-Presidente de la mayor potencia mundial, en pleno auge en la era global, no pudo y no creo que hoy pueda, controlar su adicción "oval". Resulta sorprendente escuchar a inexpertos en materia psicológica - y algún experto connivente, político o en adicción- que tal compulsión no afecta sus dotes de estadista que tan bien llevaba, hipótesis no comprobable. Asimismo que no se va a hacer público nada que afecte su ex-investidura, ni él ni su familia tampoco. Tales afirmaciones corroboran el mecanismo de negación/disociación de todo los que nos resulta conflictivo/oscuro en nuestras vidas. En fin, es contradictorio que siendo tan necesario y vital para los hombres - los ejemplos nos refieren a que no habría exclusiones- incentivar el estudio de las ciencias del hombre y su inserción social, la conflictiva de la misma tendería a su postergación: simplemente, dejándola en manos de los cientistas existentes y que la suerte les depare avances considerables... Ello poco probable, no por la calidad de los mismos sino por los recursos disponibles - considerando la implícita interacción multidisciplinaria necesaria- que obviamente exceden a sus propias posibilidades incrementarlos. El nivel de complejidad de posguerra, generado por la irrupción de gran cantidad de conocimientos de las más variadas disciplinas hace que se hayan licuado los genios de otrora, que pudieron vislumbrar soluciones que sustentaron el desarrollo aludido de mitad del siglo 20 en adelante. La investigación actual implica la labor interdisciplinaria para que sea fecunda y orientada, no librada a la suerte. Esto sin eludir la imprescindible investigación en ciencia básica sustento de esa acción interdisciplinaria productiva. Así se han logrado avances extraordinarios en telecomunicaciones e informática bajando costos que sirven de base a otras en el campo de la medicina, biología, farmacología, etc. Requiérese un profundo incentivo en el estudio de las ciencias sociales y del hombre, que permitan integrar todos estos avances que dejan atrás al actor principal: el ser humano, cada vez mas fragmentado en consumidor, ciudadano, usuario, etc. por las propias limitaciones del conocimiento del mismo. Dejar en manos del dios-mercado tal desarrollo científico sería una necedad. Esta salida, eminentemente fundamentalista, es el comodín a todas las incertidumbres que las postulaciones liberales no pueden afrontar/ vislumbrar/ solucionar, por las propias limitaciones del marco conceptual de su doctrina, ni contar con MANDRAKE, MERLIN ni COPPERFIELD en sus filas...

 

           Punto 1.3 La formación de la conciencia social: base de los... 

        

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