1.3  La formación de la conciencia social: base de
                los cambios significativos.

Los humanos construimos nuestra conciencia social en un proceso continuo. Cotidianamente recibimos información múltiple y el sentimiento concomitante que produce tal información (estupor, indignación, decepción, indiferencia, simpatía, euforia, alegría, etc.). Obviamente la misma sufre un proceso selectivo, prevaleciendo las de nuestros intereses particulares y las de carácter general. Así, retenemos gran cantidad de información/sentimientos, en estado latente, expectantes. Es decir, expectativas que quieren ser satisfechas, como una necesidad de descarga energética de los sentimientos concomitantes. La información puede perderse o diluirse, pero el sentimiento no. Nos carga. Pensemos cuando formamos un concepto cualesquiera: éste es una construcción temporal, de igual forma que la conformación de la conciencia colectiva. Cuando debemos explicitar un concepto, olvidamos los detalles informativos que lo generaron, recordando el filtro intelectual/sentimental operado que lo sustenta. Cuan difícil nos resulta rememorar cuando se nos exige precisión sobre nuestra formulación conceptual y los hechos que lo coligieron. Algo así cuando recordamos lo agradable que nos resultó una película o un partido de fútbol, reteniendo prioritariamente el sentimiento placentero, que el detalle del evento. Este estará en nuestra memoria pero necesita ser rastreado/activado. Es decir, que el sentimiento acumulado generalmente predomina sobre la información. Cuando su acumulación es negativa, es una sensación desagradable. Sí un proceder de interés general recibe la aprobación unánime, los medios aluden a que las expectativas concomitantes han sido colmadas/satisfechas. Advirtiese una sensación de alivio al descargar las mismas. Fenómeno de transmisión uniforme colectiva, percibida por la gran mayoría simultánea e inequívocamente en virtud de la igualdad constitucional básica lógico-emocional de los humanos... Tal fenómeno de transmisión también se expresa al manifestarse mayoritariamente al unísono en el murmullo, la exclamación o la risa en actos multitudinarios.

 

Contrariamente, cuando el proceder no es el esperado, frustrándose la satisfacción de las esperanzas latentes, la misma se acumula en nuestra conciencia. Ante la ausencia de reacción pública manifiesta ante tales desencantos, no equivale a la dilución de tales conductas objetables, igualmente se cargan emotivamente. Tal proceso es extensivo tanto para aquellas que no son resaltadas positivamente, o lo son fugazmente. Asimismo como las de carácter subliminal (tan efectiva como la explicita). No pasan al olvido, quedan en nuestra mente individual/colectiva. El tiempo imprecisará la información provista, pero los sentimientos frustrantes o positivos se acumulan a los precedentes y así sucesivamente. Los hombres públicos tan “pendientes” de las manifestaciones sociales, no cuentan, en general, con este proceso. Ulteriormente cuando la bronca de los ciudadanos se manifiesta por hechos puntuales, parece desproporcionada entre lo que aquellos contabilizaron y la que se expresa. Proceso extensivo a la vida familiar. Un experto en relaciones conyugales, sabiamente, hacia referencia que cuando se discute en pareja, iniciándose la reyerta por un hecho insignificante, como regla, debe “pararse” y verificar porque se esta discutiendo, dado que tal disparador no justifica tanta vehemencia en la contienda. Las causas de la desavenencia estarán estrictamente vinculadas al proceso de acumulación silencioso aludido, que creemos que no existe por no manifestarse oportunamente (demos fe que existe…)

 

Esta somera y precaria descripción- totalmente perfectible- nos remite al uso de las expectativas humanas latentes, que requieren de una lectura adecuada, con interlocutores sociales validos. El proceso es activo en cuanto a la interacción aludida entre sociedad y el sujeto individual, pero pasivo en cuanto a operar colectivamente: requiere de disparadores para su activación. Lamentablemente, coexisten las que satisfacen con las frustrantes, emergentes de experiencias denigrantes como el 11-S, que capitalizadas por un retrogrado grupo como el de Bush, nos condujo a Afganistán, Irak, Atocha – 11 M- y sus aparentemente inevitables secuelas futuras. Estas lúgubres y cruentas experiencias servirán de freno para otras que se funden en la mentira. En fin, no coartar la libertad de información y ser tratados como iguales por los que tienen la obligación de brindarla. Lamentablemente nuestra conciencia social se forma más que de experiencias humanas positivas, que las hay, pero en franca minoría con aquellas que sabemos que no queremos seguir padeciendo, como las vivenciadas al presente en Irak ( guerra, torturas, muertes civiles, etc). Aspiro y es uno de los propósitos fundamentales de este ensayo generar conductas positivas, que puedan propagarse por contagio fructífero, contigüidad, mecanismos humanos eficaces.  Evidentemente los medios de comunicación masivos trasfronteras nos permitirán acelerar estos procesos de toma de conciencia, al evitar la omisión de información, que aun distorsionada o deficiente, nos permitirá evaluarla, según nuestros filtros personales e intereses. Esto dará lugar a la consolidación de las expectativas latentes positivas en la conciencia social. Veamos someramente como se producen tales cambios significativos en las sociedades:

 

Es bastante frecuente hacer una lectura política que justifica determinados procesos, asignándoles un origen a determinados grupos de poder (multinacionales, masones, sionistas, etc.). Es decir que tales grupos - la lista puede ser extensa- determinan el resultado político analizado, como un designio ineludible ¿ Se puede negar la existencia de los grupos de poder? ¿No es razonable - no justo- que los poderosos intenten preservar sus intereses, a veces a toda costa?  De tal suposición pueden explicarse innumerables sucesos acaecidos, pero tal postura no lo hace con relación a porque sufrieron severas derrotas en toda la historia humana  (esclavos/dependientes; democracia/dictadura; beneficios sociales/desamparo; justicia institucional/impunidad, etc.)...Otra hipótesis utilizada por muchos analistas políticos es la de considerar que todas las sociedades evolucionan hacia formas superiores. Por lo tanto, el mañana será mejor. Un análisis retroactivo de la historia resulta obvio que así ha sido y será, pero omiten las causas que originaron ese difícil y cruento progreso logrado hasta el presente. Es decir, aluden al efectoel progreso generado- pero omiten considerar porque se produjo tal progreso. Esta suposición es avalada por muchos políticos, dado que al incitar a la pasividad del presente no pone en juego su poder en lo inmediato. Los politólogos que la sostienen, o son conniventes con el poder, y/o jamás condujeron un proceso organizacional. El futuro fecundo se construye desde las decisiones del presente, no es una concesión, es la consecuencia del esfuerzo persistente e inteligente cotidiano... En nuestras pampas la tenaz lucha de las Madres de Plaza de Mayo por sus hijos desaparecidos por y orden de las fuerzas militares, contribuyó significativamente al restablecimiento democrático del 83, dada su positiva y eficaz difusión mundial de las atrocidades cometidas en el país por las Juntas Militares. Retomando, ambas concepciones expuestas tienen un común denominador: nos incitan a la resignación. Nadie - menos aún los simples ciudadanos- puede contra tal poder.  Para que esforzarse hoy si el mañana-feliz esta asegurado por el solo devenir. Es decir una actitud totalmente beneficiosa con los intereses poderosos y que seguramente ellos fomentaran...

 

Los hombres en general tenemos dos características comunes: ser morales y transaccionales. Necesitamos justificar conceptualmente nuestros actos - cualquiera sea su nivel, aun los más atroces- con cierto grado de aceptación social  (colegas, pareja, descendientes, familiares, allegados, etc.). Y a su vez transar en nuestras opciones cuando estas pierden su estima - al ser cuestionadas- de parte de los otros que nos interesan, estos obviamente influidos por el consenso social contrario a nuestras postulaciones (más afectas a nuestros intereses particulares que a los generales). Esta modificación del consenso general, emanado de nuestra conciencia colectiva, es el arma que permite disparar eficazmente las complementarias características del hombre expuestas – ser transaccional y moral- y a su vez el retrotraer o paralización momentánea de los poderosos, ganando campos de dominio que de otra forma no se lograría acceder.

 

Los anhelos de justicia y la lucha contra su falta, como los logros positivos de los humanos, se han desarrollado con los procesos descriptos. Y así será en el futuro, más allá que me tilden de optimista. La resignación que nos pretenden imponer, que uno asume sin exteriorizarlo - solo por impotencia- es el lubricante que agita internamente nuestra conciencia social que se dispara en el momento oportuno. Las mejores armas para disparar con que contamos los no poderosos es actuar solidaria e idóneamente, sobre lo cual me desarrollaré en los capítulos respectivos del presente ensayo, fundándolo ( Ud. decidirá lo acertado o no).

 

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