1.3 La
formación de la conciencia social: base de
los cambios significativos.
Contrariamente, cuando el
proceder no es el esperado, frustrándose la satisfacción de las esperanzas
latentes, la misma se acumula en nuestra conciencia. Ante la ausencia de
reacción pública manifiesta ante tales desencantos, no equivale a la dilución
de tales conductas objetables, igualmente se cargan emotivamente.
Tal proceso es extensivo tanto para aquellas que no son resaltadas
positivamente, o lo son fugazmente. Asimismo como las de carácter subliminal
(tan efectiva como la explicita). No pasan al olvido, quedan en
nuestra mente individual/colectiva. El tiempo imprecisará la información
provista, pero los sentimientos frustrantes o positivos se acumulan a los
precedentes y así sucesivamente. Los hombres públicos tan “pendientes” de las
manifestaciones sociales, no cuentan, en general, con este proceso.
Ulteriormente cuando la bronca de los ciudadanos se manifiesta por hechos
puntuales, parece desproporcionada entre lo que aquellos contabilizaron y la
que se expresa. Proceso extensivo a la vida familiar. Un experto en
relaciones conyugales, sabiamente, hacia referencia que cuando se discute en
pareja, iniciándose la reyerta por un hecho insignificante, como regla,
debe “pararse” y verificar porque se esta discutiendo, dado que tal disparador no
justifica tanta vehemencia en la contienda. Las causas de la desavenencia
estarán estrictamente vinculadas al proceso de acumulación silencioso aludido,
que creemos que no existe por no manifestarse oportunamente (demos fe que existe…)
Esta somera y precaria
descripción- totalmente perfectible- nos remite al uso de las
expectativas humanas latentes, que requieren de una lectura adecuada, con
interlocutores sociales validos. El proceso es activo en cuanto a la
interacción aludida entre sociedad y el sujeto individual, pero pasivo
en cuanto a operar colectivamente: requiere de disparadores para su activación.
Lamentablemente, coexisten las que satisfacen con las frustrantes,
emergentes de experiencias denigrantes como el 11-S, que capitalizadas
por un retrogrado grupo como el de Bush, nos condujo a Afganistán, Irak,
Atocha – 11 M- y sus aparentemente inevitables secuelas futuras. Estas
lúgubres y cruentas experiencias servirán de freno para otras que se funden en
la mentira. En fin, no coartar la libertad de información y ser tratados
como iguales por los que tienen la obligación de brindarla. Lamentablemente
nuestra conciencia social se forma más que de experiencias humanas positivas,
que las hay, pero en franca minoría con aquellas que sabemos que no queremos
seguir padeciendo, como las vivenciadas al presente en Irak ( guerra,
torturas, muertes civiles, etc). Aspiro y es uno
de los propósitos fundamentales de este ensayo generar conductas positivas, que
puedan propagarse por contagio fructífero, contigüidad,
mecanismos humanos eficaces.
Evidentemente los medios de comunicación masivos trasfronteras
nos permitirán acelerar estos procesos de toma de conciencia, al evitar
la omisión de información, que aun distorsionada o deficiente, nos permitirá
evaluarla, según nuestros filtros personales e intereses. Esto dará lugar a la consolidación
de las expectativas latentes positivas en la conciencia social. Veamos
someramente como se producen tales cambios significativos en las sociedades:
Es bastante frecuente hacer una lectura política que
justifica determinados procesos, asignándoles un origen a determinados grupos
de poder (multinacionales, masones, sionistas, etc.). Es decir que
tales grupos - la lista puede ser extensa- determinan el
resultado político analizado, como un designio ineludible ¿ Se puede negar la existencia de los grupos de poder? ¿No
es razonable - no justo- que los poderosos intenten preservar sus intereses, a
veces a toda costa? De tal suposición pueden explicarse
innumerables sucesos acaecidos, pero tal postura no lo hace con relación a porque sufrieron severas derrotas en toda
la historia humana (esclavos/dependientes; democracia/dictadura;
beneficios sociales/desamparo; justicia institucional/impunidad, etc.)...Otra
hipótesis utilizada por muchos analistas políticos es la de considerar que
todas las sociedades evolucionan hacia formas superiores. Por lo tanto,
el mañana será mejor. Un análisis retroactivo de la historia resulta obvio que
así ha sido y será, pero omiten las causas que originaron ese difícil y cruento
progreso logrado hasta el presente. Es decir, aluden al efecto – el
progreso generado- pero omiten considerar porque se produjo tal
progreso. Esta suposición es avalada por muchos políticos, dado que al incitar
a la pasividad del presente no pone
en juego su poder en lo inmediato. Los politólogos que la sostienen, o son conniventes con el poder,
y/o jamás condujeron un proceso organizacional. El futuro fecundo se
construye desde las decisiones del presente, no es una concesión, es la consecuencia del esfuerzo
persistente e inteligente cotidiano... En nuestras pampas la tenaz lucha de las Madres de Plaza de Mayo
por sus hijos desaparecidos por y orden de las fuerzas militares, contribuyó
significativamente al restablecimiento democrático del 83, dada su
positiva y eficaz difusión mundial de las atrocidades cometidas en el país
por las Juntas Militares. Retomando, ambas concepciones expuestas tienen un
común denominador: nos incitan a la resignación. Nadie - menos
aún los simples ciudadanos- puede contra tal
poder. Para que esforzarse hoy si el mañana-feliz
esta asegurado por el
solo devenir. Es decir una actitud
totalmente beneficiosa con los intereses poderosos y que seguramente ellos
fomentaran...
Los hombres en general tenemos dos características
comunes: ser morales y transaccionales. Necesitamos justificar conceptualmente nuestros actos -
cualquiera sea su nivel, aun los más atroces- con cierto grado de aceptación social (colegas,
pareja, descendientes, familiares, allegados, etc.). Y a su vez transar en
nuestras opciones cuando estas pierden su estima - al ser cuestionadas- de parte de los otros que nos interesan, estos
obviamente influidos por el consenso social contrario a nuestras postulaciones
(más afectas a nuestros intereses particulares que a los generales). Esta
modificación del consenso general, emanado de
nuestra conciencia colectiva, es el arma que permite disparar eficazmente las
complementarias características del hombre expuestas – ser transaccional y
moral- y a su vez el retrotraer o paralización momentánea
de los poderosos, ganando campos de dominio que de otra forma no se lograría
acceder.
Los
anhelos de justicia y la
lucha contra su falta, como los
logros positivos de los humanos, se han desarrollado con los procesos
descriptos. Y así será en el futuro, más allá que me tilden de optimista. La resignación que nos
pretenden imponer, que uno asume sin exteriorizarlo - solo por impotencia-
es el lubricante que agita internamente nuestra conciencia social que
se dispara en el momento oportuno. Las mejores
armas para disparar con que contamos los no poderosos
es actuar solidaria e idóneamente, sobre lo
cual me desarrollaré en los capítulos respectivos del presente ensayo, fundándolo ( Ud.
decidirá lo acertado o no).
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