Dos circunstancias en los
inicios del siglo coadyuvaran significativamente a superar los parámetros del
modelo capitalista, acorde a lo expuesto precedentemente. En primer termino, el poder
de la ciudadanía al presente desarrollada en el transcurso del siglo 20, no
debidamente percibido por ella misma, e Internet que posibilita una
nueva forma de interconexión individual y organizacional sumamente eficaz, factores otrora impensados.
5.1 Poder ciudadano
Mientras las relaciones de fuerza regían las
interacciones humanas, prevaleciendo sobre las intelectuales, los
poderosos no registraban problemas para vigilar y controlar tanto a sus
posesiones como a sus fructíferos subordinados ( de esclavos a asalariados).
Con sus familiares y súbditos obsecuentes, bastaban para obtener un eficaz
dominio. El avance científico experimentado desde
Los siglos 18 y 19 fueron fundamentales
para las oligarquías terratenientes. Un
profesor universitario a mediados de la década del 70 aludía a una hipótesis
verosímil sobre el proceso de
legitimación de los poderosos de entonces. La misma consistía en lo
siguiente: por aquellos siglos se crearon - seguramente por propia
iniciativa terrateniente- los registros de propiedad de inmuebles y
organizaciones empresariales. Siendo este un acto personal que implicaba
dominio letrado, propio o apoderado que lo tuviese, la inscripción en
tales registros estaba muy alejado de las posibilidades del campesinado o
artesanos ( léase: tierras o empresas), hábiles con sus manos y
herramientas pero no precisamente en temas burocráticos/letrados, ni
hablar de los coetáneos indígenas
americanos. Pero fundamentalmente en el acceso a la información coyuntural, que
seguramente no le brindarían los que sí usufructuaron tal posibilidad
registral. Generalmente quienes tenían acceso a la información requerida para
registrar los bienes, o eran los mismos terratenientes, sus familiares o
escribas/letrados, éstos generalmente vasallos privilegiados... Aunque el acto
registral no tolerara discriminaciones explicitas como ser que a los plebeyos
les estaba vedado inscribir en tales registros - la reciente revolución
francesa y su retaliación guillotinesca lo impedían fácticamente- pero
sí las implícitas como las descriptas, que prácticamente relegaban tal
posibilidad a los mismos. Convengamos que cualquier producción requiere de un
nivel direccional que trasciende y excede a la labor individual, implicando
grados de educación vedado a las clases trabajadores de ese entonces. No
excluyamos la probabilidad que hayan hecho firmar a aquellos poderes sin saber
su finalidad, o simplemente fraguarlos, dado que solo podían reclamar los
usurpados. Los poderosos eran cómplices entre si ( ¿
o asociación ilícita? ) de tal ilegal sustracción, seguramente dirimiendo
previamente sobre las tierras autoasignadas a los efectos de no
entorpecer/postergar la oportunidad de consumar legalmente sus bienes. En fin,
desde los orígenes del mundo, la aristocracia violentó los derechos de los
plebeyos por el hecho de contar con educación, o información subyacente y/u
obsecuentes, que los humildes no poseían o que pudiesen adquirir. Sumarles el
temor a los dioses que eran invocados por los intermediarios letrados/escribas,
en connivencia implícita o explicita con los
intereses poderosos. Un cierre perfecto de opresión/sumisión...
Asimismo, acceder a cargos políticos trascendentes,
facilitado por la escisión del poder gremial del político en el siglo
19 ( propugnada y ejecutada por los poderosos), sellando la
suerte de los humildes dado que no tendrían recursos - individuales y
organizativos- para solventar una estructura partidaria propia, ni tener
chances de ganar una interna en los nuevos partidos políticos. Digamos un
dominio total de las oligarquías, consumado en los siglos aludidos.
Las transformaciones tecnológicas de los descubrimientos
científicos precedentes hicieron eclosión hacia fines de los siglos 19 e
inicios del 20, generando una demanda de profesionales que excedían
progresivamente a los cuadros que podían aportar el staff oligárquico.
Es decir, los obligó a delegar en técnicos-profesionales las nuevas exigencias,
so pena de verse superados por la competencia y afectar su víscera más sensible:
el bolsillo. Aquellos emergentes tanto de la burguesía como pequeños
comerciantes y descendientes de las clases obreras sometidas. Los proletarios,
aun sojuzgados, tenían una posibilidad de optar que antes (esclavos, vasallos o súbditos),
aunque excesivamente condicionada por lo uniforme del contexto. Muchos de estos
trabajadores, entendieron que no ellos sino sus hijos zafarían de tal
opresión, financiando la educación de los mismos. En los inicios el cambio no
fue muy brusco atento a que estos nuevos expertos estaban hechos a la medida de
la autoridad-sumisión, parámetro que regía en sus vidas familiares. En
el transcurso del siglo, el simultaneo crecimiento de
los medios de difusión masivos como los cambios generacionales, fueron formando
referentes externos que paulatinamente erosionaban ese vínculo paternal
aludido: acatar el mandato imperativo e incuestionable. Incidiendo
igualmente en los cuadros educativos fomentadores de tal modelo. Los nuevos
conocimientos en ciencias humanísticas fueron sustentando lo intolerable del
mismo, dado sus rígidas y perniciosas pautas. Este proceso se reactivaba con el
crecimiento vertiginoso de la educación, que trascendía las reinantes
profesiones liberales, insuficientes en su contenido para abarcar el espectro del
conocimiento disparado, incluyendo las del conocimiento del hombre individual y
su inserción social. A su vez los medios masivos de comunicación resultaban un
negocio estupendo dado los ingresos por publicidad y su comprobada eficacia,
proliferando abruptamente. Gracias a Dios la diversidad de intereses que
dominan a los medios impide el dumping informativo. En fin, al público
masivo le llegan las noticias - distorsionadas o no- siendo
filtrados individualmente sus contenidos, generando los respectivos juicios de
valor y sentimientos concomitantes, que conforma la conciencia social a
la cual aludimos ( punto 1.3),
base de la opinión pública.
Estas nuevas capas sociales fueron creciendo
vertiginosamente en el espacio del siglo 20, retroalimentándose la educación
exigida y los medios masivos de comunicación, estrictamente vinculados a
las clases medias y dependientes de las mismas, ya que son su auditorio
privilegiado por ser los consumidores mayoritarios de las promociones
publicitarias. Demandaron bienes y servicios que generaron nuevas fuentes de
trabajo, ponderando el accionar intelectual sobre el físico. Un
nuevo mundo alejado de la fuerza bruta de otrora para su control. La
democracia, aún imperfecta, alejó sistemáticamente de las sociedades
occidentales avanzadas las tiranías preexistentes y sus atrocidades
concomitantes. Estas emparentadas con el modelo de autoridad-sumisión aludido,
sostenidas en la imposición física y mental ( léase miedo). El
capitalismo tuvo que adaptarse a estas nuevas condiciones, generando
oportunamente una versión más light con sus trabajadores que las que
aplicaron a sus ascendientes. Los poderosos, por siempre escalones más arriba
en la perspectiva, visualizaron claramente que el uso de la fuerza no
podría contra los principios de libertad e igualdad emergentes de
la cruenta revolución gala. Temerosos de la retaliación “guillotinesca” de
aquella optaron por apoyar las democracias y simultáneamente corromper a
los miembros del sistema republicano en todos sus poderes, cada vez más
refinadamente, aún predominante al presente. En cuanto a quienes no participan
directamente en las decisiones gubernamentales que nos atañen, manipulándolos.
Tal proceso es generado a través de los medios de comunicación masivos,
generalmente en manos corporativas; en éstas comprando a sus “estrellas” con
salarios que nos transforman en pusilánimes, arrastrando a todos sus
subsistentes; un confort impensado otrora, gracias a la producción de bienes en
escala volumétrica reduciendo ello significativamente sus costos y
fundamentalmente, el devastador “miedo” a perder el trabajo que sustenta
tal confort-seguridad para sí y los suyos. Así han generado el mayor de los
logros para mantener un statu quo que obviamente los beneficia: la
resignación del hombre medio, ensimismado en sus logros que impiden ver más
allá de sus intereses inmediatos. En otras palabras, el capitalismo en su fase
más avanzada, sostenido en el individualismo. Tal sofisticada opresión no
implica que la felicidad y la sabiduría sean privativos de los poderosos. Ya
hemos aludido que la felicidad se parece al dinero pero no lo es. Esto solo
nos recalca que aún no hemos hallado formas de conseguirla. Gracias a Dios, tanto la sabiduría, el afecto, la
salud... no pueden comprarse. Seguramente pueden ser provistas por otros - en
forma ficticia, real o mágicamente- y “creer” que son propias, pero como
expresara el hijo de un poderoso nativo: mejor
que TENER es SER... Puede ser que no sea una frase propia, tomada de
algún intelectual, pero resulta de mayor relieve que lo exprese un sujeto que tiene
gracias a su familia y quiere ser por sus propios logros... Los cambios
productivos en la estructura social beneficiaran a todos los humanos, sin
discriminaciones de ninguna naturaleza.
Además de su función básica de soporte técnico de los
nuevos emprendimientos, las clases medias tuvieron una función colateral
trascendente actuando como articuladora entre los poderosos y los trabajadores
menos calificados. Además de sus propios intereses, generalmente no podían
omitir los orígenes de sus ascendientes, más cercanos a la plebe. Así
persuadieron a los poderosos a recomponer su lectura de las masas que en sus
persistentes luchas reivindicatorias obstaculizaban sus negocios.
Protegiéndolas a su manera con los recursos que contaban, induciendo a aquellos
a restringir o anular la opresión física como otrora, aunque a los poderosos
les pesara resignar tan “fácil” solución. En otras latitudes, léase del
subdesarrollo Latinoamericano, estas clases medias cuyo volumen era muy
inferior a las de las sociedades americanas y europeas, no actuaron de la misma
forma, sino que pretendieron “identificarse” con sus patrones comprando tierras y lujos en exceso, y como
ellos sin invertir en conocimiento e industrias sustitutivas de las
importaciones desde el mundo desarrollado, signando a sus naciones en su
acérrima pobreza del presente. Además de no cumplir con el trascendente rol de
bisagra entre la oligarquía y los humildes, fracasaron en tal “engañosa”
identificación dado que no tenían - desde la visión oligarca -
“alcurnia” para ello... Un sociólogo argentino radicado en Canadá,
realizó un estudio comparativo entre el país que residía, Australia y su
país, tres potencias al inicio del siglo 20. Hoy solo son dos. La
faltante, según el sociólogo, por esas
características tan funestas de su clase media alta. Disculpen la digresión
pero es duro vivir en el mundo tan inestable como el subdesarrollado.
Retomando, estas nuevas demandas sociales generaron por
entonces oportunidades ilimitadas de negocios, forjando nuevos ricos. Estos
emergentes fundamentalmente del conocimiento o servicios, que por suerte
no tenían en sus “genes” el uso de la fuerza como la oligarquía. No todos, pero
si muchos recurrieron a otros recursos más acordes al siglo 20, como ser
estafas, usura, o control de los mercados monopolizándolos, a expensas de las
masas de cualquier signo. Así progresivamente se fue licuando el poder de la
fuerza sobre la ciudadanía, consumidora por excelencia de sus producciones. Al
presente institucionalizada en fuerzas de seguridad nacionales, contra
poderosos enemigos ultra desarrollados como COREA, ARGELIA, ARGENTINA, IRAK,
AFGANISTÁN, etc. ... La guerra y sus beneficios colaterales siguen siendo
un negocio rentable para los poderosos y mafias conniventes ( otra digresión
imposible de soslayar).
Al presente estimo que la autopercepción de los
recursos de esta clase media es deficiente. Las mismas involucran a las
desarrolladas en todo el planeta y cuyo número es extremadamente significativo,
con códigos sociales similares gracias a la planetarización de los medios.
Aludíamos precedentemente en este punto que la misma esta ensimismada en
una resignación que impide un análisis adecuado de sus posibilidades
reales y potenciales. Esto no quiere decir que haya renunciado a sus demandas
de justicia, sostenidas en la verdad y la razón. Son las
portadoras y centinelas de los mandatos galos de libertad e igualdad,
aunque pierdan sus recursos económicos, como sucede en nuestras pampas. Esto
que es su mayor virtud se ha engrosado con el factor fundamental del presente:
el conocimiento, el cual reside en sus miembros. Tienen incidencia en
las elecciones volcando la balanza para sus preferidos, que generalmente
la defraudan. Consumidores por excelencia y ahorristas. Hasta los
miembros superiores de las fuerzas armadas y de seguridad pertenecen a
la misma, asimismo de los cuadros mayoritarios de la justicia
formal, la salud, la educación, las finanzas, la política
(no sé sí es a
favor...), los medios masivos de comunicación social, etc., etc. No nos
olvidemos del capital formado por sus fondos de pensiones, en crecimiento sostenido y las potenciales fuentes de
intercomunicación social. En el bando
contrario, el de los poderosos, se dice que doscientas familias controlan la
economía mundial. Aunque el dato sea erróneo en cuanto al volumen, no lograría
tener incidencia. Cualquier hipotética balanza que se use para sopesar el poder
potencial de ambos, más aún sumándoles las clases
menos pudientes y los marginales al platillo correspondiente-conveniente,
despediría físicamente al infinito a los exiguos controladores... Y no
precisamente con la fuerza. Si enfrentas a tus enemigos con sus armas,
seguramente llevaras las de perder ¿ NADA POR HACER? Demasiado... No puedo omitir una frase
de un clérigo nativo – prolífico escritor - que alude a lo siguiente:
“No tenemos en nuestras manos las
soluciones para los problemas del mundo.
Pero frente a los problemas del
mundo, tenemos
nuestras manos.
Cuando el Dios de la historia
venga, nos
mirará las manos".
(Padre
Mamerto Menapace)
La
conflictiva imperante entre la resignación a las que nos tiene absorto
el sistema capitalista, fundada en el egoísmo individualista y los
irrenunciables anhelos de justicia insertos en la conciencia social, se
resolverán una vez que tales demandas sociales sean satisfechas por diversos
disparadores adecuados. En otras palabras,
en forma inteligente y progresivamente. Al dar paso a la solidaridad
por maduración social, no por imperativos compulsivos y recurriendo a la idoneidad
como reaseguro de que el esfuerzo solidario no sea en vano, podrá consumarse
su poder. Tal evolución es a nuestro favor,
pero solo se plasmara en el accionar del presente, que
determinará ese futuro promisorio para la mayoría humana. Contamos con
herramientas impensadas otrora, que nos permitirán acercarnos a soluciones
factibles.
5.2 Redes socio-tecnológicas. Internet:
Una herramienta trascendente