4.   LA IDONEIDAD

4.1 Definición tentativa :

Definir la idoneidad implica interrelacionar nuestras cualidades intelectivas y emocionales, como su ejercitación en una actividad especifica. De tal conjugación emergerá el grado que habremos alcanzado en nuestro metier. Tal nivel dependerá no solo de los factores que hemos aludido, sino de la consideración de los otros en avalar tal nivel. En otras palabras, constituir un ajuste a nuestra realidad que nos circunda y condiciona. Del conjunto interrelacionado de tales factores surgirá un balance que califica nuestro desempeño en la actividad en la cual hemos incursionado. De tales precisiones podríamos inferir que es una construcción de mayor complejidad, que evidentemente supera el nivel de conocimiento científico alcanzado al presente en las ciencias que tienen como objeto el estudio del hombre. Más aún que los factores intervinientes sé interrelacionan, obstaculizando aún más la dificultad en su comprensión. Diría que es el proceso de mayor trascendencia como humanos, tanto en lo personal como en el ámbito social, por ende su nivel de complejidad. Ampliemos tales consideraciones:

Tomando los parámetros expuestos, el nivel de idoneidad que alcancemos cualesquiera fuere o fueren nuestras actividades, estará signado por nuestro desarrollo emocional y el uso que hagamos de nuestros recursos intelectuales (CI). Sobre éstos no esta aún definido con certeza si son heredados y/o adquiridos. Mi experiencia me inclina a pensar que pueden considerarse genéticamente dados y desarrollados en nuestro devenir. Es decir sin su ejercitación resultarían escasamente productivos para el sujeto, pero prevalece el don heredado. Inversamente estimo su inteligencia emocional (IE). La misma esta condicionada fundamentalmente por nuestro desarrollo emocional infanto-adolescente, con algunos factores posiblemente heredados, de relativa incidencia, como ser el temperamento, etc., que determinaran nuestra peculiar forma de vincularnos con el mundo. Uno de los pocos autores que han incursionado en el tema, Daniel Goleman, afirma que la inteligencia emocional (IE) tiene una mayor gravitación en nuestro desempeño que nuestro nivel intelectual (CI). Éste esta condicionado al uso que le demos y eso lo rige el campo emocional: perseverancia, capacidad de postergación, dedicación, timing son factores que determinaran satisfactoriamente, o no, nuestra perfomance. Tales factores madurativos permitirán un despliegue oportuno de nuestros recursos intelectuales. La experiencia humana nos indica que cuanto mayor dominio de nuestras emociones en el momento de operar, mejor será el resultado obtenido en la acción en la cual estamos involucrados. Asimismo tenemos que considerar que nuestro bagaje general se conformará con la calidad de las experiencias suscitadas en nuestra vida. Cuanto más apropiadas sean las mismas a nuestro metier, implicará un mayor enriquecimiento de nuestras habilidades intelectivas y emocionales. Estas habilidades en el transcurso de su desarrollo exigen una evaluación de los otros que confirman o no que nuestro accionar es productivo. Obviamente tenemos una autopercepción personal que exige ser constatada con la opinión de los otros. La concordancia de nuestra percepción interna con la externa, cerraría coherentemente nuestro nivel de idoneidad. En decir lograr el SER IDÓNEO en nuestro metier, “no hacer de...”. Consustanciarse con su actividad, SER no parecer, hace la diferencia.

Los humanos usamos como instrumento preferencial de medición de la idoneidad a los logros producidos. Convengamos que no hay otro recurso por el momento y bastante controversial por la subjetividad implícita, exigiendo por lo tanto cierto grado de consenso. Construcción temporal ésta que exige una calificación no solo cualitativa, sobre los productos generados, sino cuantitativa por distintos evaluadores en determinado lapso. Así determinamos quien consigue ser considerado idóneo, quien aún no y el estado de dominio sobre su actividad especifica parcialmente evaluada, base para ingresar a un nivel superior. Así en nuestros comienzos pasamos de aprendiz, a oficial júnior, senior, etc.  En fin Ser idóneo, fuere cual fuere el nivel alcanzado, es un logro trascendente para los humanos dado que compatibiliza adecuadamente nuestras habilidades emocionales e intelectuales, acorde a sus potencialidades. Extendámonos en este aspecto, vinculado a la afirmación precedente de la trascendental importancia de la idoneidad en las personas:

4.2 Ser Idóneo y vida afectiva.

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