6.2      ORGANIZACIÓN INTELIGENTE.

         

         6.2.1    Conducción estratégica.

 

La conducción organizacional debe ser jerárquica. La cadena en la toma de decisiones - que afecten al conjunto- debe ser irreversible: superior-inferior. Esto no deviene de la autoridad formal, sino de la moral. Quien ostente el mayor nivel, será quién tenga equivalente idoneidad. Ergo, mejores condiciones para la toma de decisiones. Aunque la iniciativa surja de los cuadros inferiores, deberá ser analizada por la conducción estratégica superior, para garantizar la coherencia en el conjunto organizacional respectivo. Siendo este estructurado vertical y participativamente, garantizará que cualquier decisión trascendente sea enriquecida-debatida-confrontada por sus integrantes. Esta conducción superior estará compuesta por un equipo interdisciplinario, interrelacionando miembros experimentados en el tipo de actividades primordiales a la organización con los que se hallen consustanciados cotidianamente con el trabajo en la misma. Tal coexistencia implica garantizar toma de decisiones que reflejen a esa organización y su inserción coyuntural, sin distorsiones. Asimismo, tal intercambio permitirá efectuar los ajustes perfectibles, teniendo en cuenta los cambios externas, sino también la historia de la organización. Las causas que generan ajustes se olvidan, los efectos persisten, quedan grabados en la memoria colectiva. La documentación respectiva - frecuentemente omitida o no existente- permite constatar tal historia y sus factibles distorsiones, de ahí lo imprescindible de tal registro. Los miembros consustanciados con la organización deben ser semi-permanentes en la conducción superior - preferentemente coordinadores de los equipos de mayor nivel- garantizando información precisa y actualizada. El nivel intelectual de los miembros debe ser comprensivo y equilibrado emocionalmente. Tal perfil permitirá definir al conjunto organizacional como un todo, cuyo ajuste deberá responder al marco global, excluyendo duplicaciones y yuxtaposiciones (burocracia y conflictos sectoriales producto de intereses disímiles).

 

Una organización conducida según lo expuesto, es naturalmente antiburocrática. La burocracia emerge cuando las operaciones/intereses sectoriales no son compatibles con los del conjunto. Es decir, cuando cada sector responde a sus propias necesidades, ajenas al resto de la estructuración que forma parte. La sumatoria de cada una de estas auto-constituidas partes hacen el todo, infringiendo una norma científica básica: "La suma de las partes no es igual al todo".

La celeridad de una organización dependerá de sus reflejos en la toma de decisiones adecuadas. El nivel emocional equilibrado permitirá que se vislumbren los objetivos organizacionales a los personales/sectoriales y las acciones consecuentes. Sumémosle que la conformación de una conducción sostenida en sujetos con un mayor nivel intelectual y emocional genera una potenciación sinérgica de los recursos, factor escasamente analizado dado su infrecuencia. Generalmente las conducciones colectivas actuales reflejan intereses corporativos en pugna que convergen en transacciones frecuentemente paradójicas. Contrariamente, la interrelación del pensamiento abstracto, sistémico y global de sus integrantes implica utilizar un código de comprensión que hace posible tal potenciación sinérgica, controlando el equipo las posibles desviaciones de las circunstanciales perturbaciones emocionales de alguno de sus miembros, cualesquiera sea su causa (personales, ideológicos o intereses por siempre existentes, ya que humanos somos). Su composición multidisciplinaria incluirá una visión amplificada, de apertura, no solo con las demandas externas/internas inherentes a la organización, sino con las del conjunto social inmerso de incidencia indirecta a largo plazo (ecología, derechos, etc.)

La toma de decisiones colectivas garantizará el accionar antidelictivo. Es improbable que mayoritariamente se organicen para delinquir (asociación ilícita). Un nivel emocional adecuado, permite la comprensión del “no” negocio de la corrupción, por su inseguridad intrínseca y el verdadero negocio: el largo plazo, aunado a los de su organización, que finalmente redundará en su beneficio.

 

La exigencia de un responsable último en un equipo de esta naturaleza es necesaria en virtud de las obligaciones formales propias de una organización. Asumirá consensualmente como coordinador grupal y responderá formalmente a las decisiones del conjunto, sin ser superior a sus pares, pudiendo ser rotativo/periódico, siempre con la anuencia de sus pares...

 

          6.2.2  La labor en equipos disciplinarios.

 

          Su estructuración horizontal obedece a dos razones fundamentales: el autocontrol y autovaloración grupal, propios de un equipo participativo (debate-confrontación). Cada equipo debe responder a un objetivo inequívoco en su accionar (de alcance único y/o múltiple). Que cada uno de sus miembros sepa de la inserción en el conjunto general, ganando coherencia en su operatividad. Toda labor hacia un fin requiere de complementación funcional. Tales funciones deben ser identificadas por cada uno de los miembros del equipo, entendiendo su justificación/inserción en el mismo. Es decir, una parte coherente del equipo. Los ajustes necesarios serán debatidos-confrontados en el mismo para lograr el mayor nivel de productividad y trasmitidos a los niveles inmediatos, superiores e inferiores. La responsabilidad última será del coordinador, cuya autoridad estará sustentada en su mayor idoneidad, por supuesto consensuada. La figura histórica del jefe es incompatible con un equipo de esta naturaleza. El debate-confrontación en su seno, excluye la orden imperativa privando la persuasión. Asimismo, tal participación, torna factible la autovaloración, inevitablemente comparada con el resto de los miembros de su equipo. Léase: constatada, objetada, persuadida, disuelta por la interacción grupal. Tal proceso es extensible al autocontrol en el grupo, en virtud de los mecanismos participativos expuestos que generan revisiones a los posibles excesos individuales. Este tipo de libertad es bien valorada por los hombres, frente a las experimentadas del hostigamiento superior, reforzando el autocontrol.

         

La conformación descripta actúa sobre la variable individual, distorsionada circunstancialmente por problemas afectivos. Detectadas por el grupo, emergen las conductas necesarias para su contención y el logro de los objetivos del equipo. Reitero, la subjetividad nos es inherente como humanos, la objetividad nos trasciende; la visión conjunta del equipo nos aporta la objetividad necesaria para vislumbrar las decisiones adecuadas.

 

La eliminación de puestos formales piramidales, producto de la organización en equipos participativos, excluye la transmisión formal de órdenes - cuestionadas o no, según los intereses y/o respuestas emocionales del receptor- evitando errores/horrores consecuentes. Asimismo, la disolución del modelo autoridad-sumisión propios de esas perimidas organizaciones estratificadas formalmente.

 

          6.2.3  Incidencia del trabajo en equipo en las  conductas individuales y grupales.

                  

          El organizarse respetando y consensuando la idoneidad como un orden jerárquico naturalmente dado, genera la eliminación de un conjunto de conductas negativas, propias de las organizaciones no participativas. En éstas, la asignación de los roles formales con mando, muy frecuentemente no son ejecutados apropiadamente, carencia observada por los subordinados. Las exigencias cotidianas obligan a una sobreactuación para hacer de... ( el rol asignado). Ello genera conductas emergentes de tal falta de idoneidad de ambas partes (jefe-subordinados): delegación inoportuna/inadecuada (alguien debe hacer lo que el jefe no domina); el favoritismo consecuente (todo se paga) como el exceso de atribuciones de los favorecidos... Odios, rencores, envidia, alcahuetería... Un "clima óptimo" para el desarrollo personal e incitación a otros incompetentes a su acceso a los cargos de autoridad formal. Cuando la organización es inteligente, estas conductas tienden a disolverse con las autovaloraciones consensuadas y el autocontrol grupal. Limitar el concepto de autoridad a quien tenga reales capacidades, disipa una relación fomentada social e históricamente: autoridad-sumisión. La aceptación como natural para el subordinado de la autoridad formal, implica que al ser él la autoridad, exigirá igual nivel de sumisión a sus subordinados. Le resultará inentendible quienes osen cuestionar su autoridad formal. La arbitrariedad será su patrón resolutivo ( ver ejemplo  en apéndice, anexo II).

         

El trabajo en equipo implica una revisión de los conceptos de rivalidad y competencia, tomados habitualmente como sinónimos. La competencia induce al hombre a mejorar su perfomance, a autosuperarse.  De tal proceso surgirán las habilidades para vencer a sus ocasionales competidores. Los atletas profesionales saben bien de ello; resaltar sus propios recursos para alcanzar/superar el record ( quien lo ostente es referencial). La rivalidad implica el otro, vinculado a nuestros más ancestrales sentimientos tribales. Comprende la humillación y/o destrucción del contrincante asociado a sus privaciones instintivas. La evolución humana ha logrado desplazar esos sentimientos hacia el deporte, con rivales a vencer a toda costa. Pero aún son fuertes los resabios que se transfieren al ámbito laboral, fomentado por las organizaciones piramidales-formales, generadoras de sentimientos agresivos entre colegas. Transformando la sana competencia, en rivalidades exacerbadas en el campo laboral, que finalmente perturban el accionar del conjunto al prevalecer los intereses personales sobre los organizacionales. Debemos propulsar la autosuperación de nuestras habilidades como forma de competencia constructiva. Pauta compatible con el trabajo en equipos participativos.

Este bosquejo de organización estructurada en la idoneidad, es una solución factible a toda la problemática expuesta: burocracia, corrupción, inoperancia en la toma de decisiones. Pero fundamentalmente, a lo que hace a nuestra calidad de vida, al brindar cambios propicios en conductas sumamente perturbadoras socialmente: chambonaje, obsecuencia, rivalidad, etc. descriptas precedentemente.                                       

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