DESARROLLO PERSONAL: HACIA UNA CONCIENCIA SIMETRICA *

 

           Mi ecuación personal - estaño y fines trascendentes- vinculase a mi desarrollo infanto-juvenil en el porteño barrio de La Boca (coexistencia de lo mejor de la inmigración europea y el lumpen porteño). Simultáneamente ser miembro activo de la iglesia Metodista del barrio. Cursé en ella el jardín de infantes por no haber vacantes en el estado. Una actividad social y deportiva interesante como una versión moderada de la religión me atrajeron, asimismo a mi hermana mayor, contrariando la tradicional vocación católica - no practicante- de mis padres.

         Mi actividad escolar fue en el ámbito público. Mis padres, argentinos de origen italianos, tenían un modesto comercio minorista-mayorista de ramos generales (frutas, verduras, almacén), proveedor de algunas de las barcazas del Riachuelo, heredado de mis abuelos paternos. Aun viviendo en un conventillo - de lujo, comparativamente al medio- no pase privaciones, ni problemática familiar, con un excelente desarrollo en lo social-cultural-deportivo, producto de mi actividad religiosa.

         Siendo púber, un día - accidentalmente- me vi participando en la liga adolescente de la iglesia. Tal asimetría - en esas épocas las diferencias de edades pesaban- me obligó a usar un rol pasivo: observador-participante. Este sería congruente con mi personalidad, dado que hasta joven adulto fue mi modalidad vinculativa: ser punto antes que banca.

         Un grupo de buen nivel cultural - estudiantes terciarios o graduados recientes- conducía las ligas juveniles. La actividad cultural era amplia, incentivada por un marco edilicio apropiado: salas de música, biblioteca, hasta un cine-teatro de gran capacidad. Asimismo lo deportivo: cancha de basquet/baby fútbol, salón de juegos. Las conferencias sobre temas de actualidad, como el debate-confrontación, eran habituales. Aun lo agradable del contexto, algunos hechos fueron minando mi coherencia religiosa: negociados, actividades comerciales no compatibles con el mandato cristiano, etc. "Virtudes", que ulteriormente, en la vida fuera del ámbito religioso, me mostraron que no eran exclusivas de los evangélicos.

         Repetidor por azar - vivía especulando- decidí por vergüenza, emigrar de un colegio semi-bacán de San Telmo, a un nocturno en Barracas, coincidente con mi paulatino alejamiento de la actividad religiosa. En un lapso breve, mi marco referencial fue transformándose: de la iglesia a los clubes barriales boquenses (naipes, billar, etc.), muy competitivos, que excedía mi pobre praxis en esas lides. El desafío-rivalidad era predominante. Años posteriores, mis limitaciones de otrora eran un buen nivel en otros medios, como el universitario. En cuanto al nuevo colegio, casi no había adolescentes como el suscripto (15), mayoritariamente adultos, reincidentes luego de años de abandono escolar. Así que en estos nuevos ámbitos debí asumir forzadamente mi acostumbrado rol de observador-participante. Aunque en esa escuela era un "genio" - comparativamente al nivel de los reincidentes- no tenía sentido exteriorizar tal circunstancial superioridad, en si ofensiva.

         Era un colegio extraño para esas épocas, corría el '65. Cierta solidaridad rectorado-celadores, en cuanto a no entorpecer el proceso escolar de los alumnos- contenedora, no expulsora- transfiriendo tal influencia al plantel docente. Fumábamos en los recreos, sin problema alguno de conducta. Estos hombres-alumnos no toleraban la arbitrariedad (moneda constante en el diurno). No puedo olvidarme, por la sorpresa, cuando increparon airadamente a un profesor de instrucción cívica, abogado, cuando explicó las causas por las cuales había calificado una prueba escrita con un tope de 4 ó 5. Más aún cuando en su toma se puso a leer el diario, con la consiguiente copia generalizada. Al leer-notificar las notas, en los orales era excesivamente generoso con las mismas, las criticas eran tenues producto de la culpa copiativa. Explicitó las causas de tal baja calificación: en una prueba escrita tomada a él, que a su criterio era brillante, el profesor le había puesto 4. Ergo, el siempre calificaba así. Evidentemente no había superado aún su "traumática experiencia" y la proyectaba. Casi lo boxean, nunca más tomo una prueba escrita. El esquema de autoridad-sumisión no funcionaba en ese bachillerato. En los pisos inferiores, se cursaba el comercial adulto. Desde lo alto, no podíamos creer como a esos adultos les hacían tomar distancia y el que prendía un pucho, moría. En una oportunidad, fui al buffet, ubicado en las áreas del comercial. Había llegado al filo del fin del recreo largo. Pedí un sándwich y comencé a comerlo cuando sonó el timbre de fin del mismo. El horario escolar impedía comer en nuestras casas. Sobre la barra, de espaldas a la entrada, sentía como un hombre gritaba desaforadamente. Me di vuelta y no había nadie más que yo y el desaforado. Este era un celador del comercial, que me increpaba que estaba haciendo ahí, aunque era evidente que el sándwich recién lo comenzaba. Mi mirada trasuntaría incredulidad ante lo que sucedía, no acusando recibo de la intimación - como cualquier otro alumno del bachillerato lo hubiese hecho- el celador me expresó en tono normal: ¿ Ud. es del nacional, no?, confirmado, se fue atribulado. Si tenía un concepto de lo arbitrario, ese comercial me lo ejercitó.

         Para esas épocas decidí trabajar (había oferta en exceso). Sin un mango y demasiado tiempo libre, me impulsaron a ello. Cuando mi viejo me hablaba del centro, aludiendo a las calles, alturas e intersecciones me sentía apabullado por tantos datos (parecía imposible recordarlos). Trabajando de cadete en la Farmacia NELSON- FLORIDA y Diagonal Norte- pude aprender fácilmente el ejido del microcentro. Asimismo, otras conductas "extrañas": obsecuencia, alcahuetería, adulación, el compañerismo y el anti, en versiones hard, no ligth de la iglesia o escuela.

         En mi segundo trabajo superé mi récord de conocimiento geográfico, extendiéndolo a toda la Capital / conurbano bonaerense, tratando de cobrar cuotas impagas de colecciones literarias evangélicas. Al año se acabó el paseo, pasando a las oficinas de la editorial-imprenta evangélica. El ambiente entre compañeros era de lo mejor - todos miembros de otras iglesias regionales- ajenos a las evidentes manipulaciones comerciales existentes en la conducción, nada compatibles con la vocación cristiana. En fin, hombres iguales a otros tras intereses económicos trascendiendo la religión que profesaban. Si mis creencias religiosas eran exiguas al ingreso, durante mi desempeño en la misma, se extinguió toda posibilidad de renacimiento de mi fe (por supuesto, no en DIOS, sino en la iglesia). Me cuesta aceptar tanto que el que haga obras de bien y manifieste no tener fe en DIOS (fuere cual fuere su razón) no será salvo por su negativa; como que un cristiano por manifestar arrepentimiento de sus actos indebidos, será salvo... (muy fácil). Más que en ambos casos debe depender de lo subjetivo, siendo sólo Dios - no los hombres- capaz de dilucidar la "verdad" (si cree o no, o si tiene un verdadero/ sincero arrepentimiento). Disculpen la digresión... puede ser que mi "formación teológica" y/o la de los que me la impartieron sea deficiente. Una  "espina" adolescente.

         Cercano a la colimba, con mi madre convaleciente de una embolia cerebral reciente - con secuelas hemipléjicas- y mi viejo en aprietos económicos, decidí emigrar hacia el Estado. Este abonaba el 50% del salario al concurrir al servicio militar. El destino no quiso que lo hiciera, mi viejo murió imprevistamente, el día y hora que debía presentarme a la revisión médica.  
Continua en parte II de III.



  (  * transcripción parcial del capitulo IV del ensayo "Hacia una Nueva IDONEIDAD POLÍTICA")

 

(Solidaria e Idónea). Francisco Alberto Scioscia
    www.redsoleido.com.ar   número  12    del 04/02/2000.                 letter.gif (161 bytes)